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Escapada en coche a Estrasburgo y Alsacia. (II)

Como alojamiento en Colmar escogimos un apartamento a través de Wimdu que resultó ser una muy buena elección. Era una edificio de 2 plantas, en el que en la primera planta estaba el apartamento que se alquilaba y, en la puerta de al lado, los propietarios, una pareja madura la mar de hospitalarios, que se preocuparon desde el minuto 1 en que no nos faltara de nada y con los que acabamos cenando esa misma noche, en su casa, y acabó siendo una velada muy interesante, hablando un poco de todo saltando del español al inglés y de éste al alemán. El apartamento era pequeño pero tenía todo lo necesario para sentirse como en casa. Si queréis datos exactos ponéos en contacto con nosotros vía mail y os los pasamos. Además tenía zona para aparcar el coche dentro del jardín, con lo cual ni teníamos que buscar aparcamiento ni preocuparnos por nada. Si todo esto fuera poco, encima estaba bien ubicado a escasos 10 minutos del centro turístico de Colmar.


Nuestra anfitriona nos mostró sobre un mapa los pueblos indispensables en nuestra ruta, y excepto 1, los teníamos todos en la lista, pero nos aconsejó muy bien sobre cuales nos iban a llevar más tiempo para visitar y siguiendo sus consejos, montamos la ruta.


En cada uno de los pueblos hay zonas habilitadas para el aparcamiento, en algunos son a modo de esplanadas habilitadas y en otros simplemente son todas las cunetas de las carreteras alrededor del pueblo. Os aconsejamos llevar monedas de 1 y 2 € ya que todos ellos son de pago, pero sólo valen eso, 1 o 2 € para todo el día, creo recordar que alguno era para unas 4h pero a no ser que decidáis comer allí, ninguna visita os durará tanto.


Empezamos nuestra ruta yendo al pueblo más al norte y fuimos bajando. Las rutas entre pueblo y pueblo son de escasos 10mins y las carreteras circulan entre viñedos. Nuestro primer destino fue Bergheim. En este caso el aparcamiento era gratuito. El pueblo es muy pequeño, se puede acceder a su calle principal por la entrada bajo la torre del reloj, y desde allí, mirando a la izquierda podéis ver varios jardines de sus casas típicas. El pueblo en sí no tiene nada especial por ver, simplemente disfrutadlo callejeando y admirando los colores de sus casas y buscando los rincones que más os gusten.


Bergheim

De allí nos fuimos a Ribeauvillé, una de las joyas de la zona, un espectacular pueblo, más grande que el anterior, y en el que, a causa de la niebla, le tuvimos que dedicar más tiempo esperando que ésta se levantara, pero encantados de pasar más rato por allí. Las casas y sus colores, sus balcones llenos de flores, las tiendas, los bares, os pararéis en cada edificio y plaza. Además la colina tras las casas está llena de viñedos y el paisaje es realmente bonito. No os quedéis sólo con el paseo por sus calles principales, girad por alguna esquina, hay casas y espacios realmente bellos fuera del típico paseo turístico. En Ribeauvillé hay algunos hoteles con encantado y muy buena pinta, puede ser una buena opción si queréis descansar en un sitio más pequeño y menos concurrido que Colmar.


Ribeauvillé

De ahí nos fuimos a Hunawihr, otro pueblo muy pequeño y rápido de ver y en el que el aparcamiento tambiés es gratuito. Podéis subir en coche casi hasta la cima del pueblo donde está la iglesia, y justo a pocos metros de ésta giráis a la izquierda y en una bajada hay aparcamientos en batería. El pueblo ofrece poco más que la iglesia con el cementario adyacente y las vistas de la zona que se ven desde allí, pero sólo por éstas ya merece la pena ir hasta allí.


Hunawihr. Vista desde la iglesia.

Y de allí a Riquewihr, otro top en la ruta al que dedicaréis también más tiempo. Su calle central llena de color os llevará en un ascenso por un suelo adoquinado por una maravilla de pueblo que os hará pensar que estáis en un escenario de cartón-piedra. A pesar de ser una sola calle vale la pena entretenerse y entrar en prácticamente todas sus tiendas, las hay de todo tipos, de souvenirs, de relojes, de comida típica, galerías de arte, joyerías y justo antes de llegar arriba del todo, delante de la torre del reloj, una tienda dedicada única y exclusivamente a la Navidad, todo tipo de objetos, decoraciones, guirnaldas... vayáis en la época que vayáis la tienda está ahí y os hará desear que sea Navidad de nuevo para colocarlo todo. Es realmente impresionante. Aparte de todo esto, Riquewihr está llena de bares y restaurantes donde pasar un agradable rato y descansar un poco. Y justo pasada la torre del reloj podéis recorrer unos metros más a izquierda y derecha para ver algunas casitas típicas más.


Riquewihr

Nuevamente en ruta pusimos rumbo a Kaysersberg. A pesar de no ser espectacular, o tal vez no lo pareciera por venir de un sitio como Riquewihr, merece la pena el alto en el camino para visitarlo. No tiene tantas tiendas ni bares, que los hay, por supuesto, pero el paseo es agradable y llano. Además se puede visitar su castillo en lo alto de la montaña, dándole un toque más al pueblo.


Kaysersberg

Y una vez acabada la visita a Kaysersberg, arrancamos para volver a Colmar, que no hay que olvidarla, y así pasar la tarde callejeando y descubriendo nuestra ciudad base para la ruta. Aparcamos en el apartamento y como al haber viajado en coche habíamos traído comida para no tener que andar buscando siempre restaurantes, comimos algo en nuestra casa, nos relajamos y descansamos un poco y a media tarde nos lanzamos a las calles de Colmar.


Colmar. Le petite Venice.

Como dijimos al empezar este post, el centro turístico de Colmar empezaba a escasos 10mins de nuestro apartamento, prácticamente todo el centro está cerrado al tráfico, lo que lo hace un sitio muy agradable para pasear tranquilamente disfrutando de todo lo que os apetezca. A medida que avancéis por las calles, las casas y negocios se irán volviendo más típicos, y sin daros cuenta llegaréis al edificio del mercado (cerrado los lunes) y justo después de éste, la famosa y esperada Petite Venice de Colmar, la estampa más típica de la ciudad, un canal de agua rodeado de casas típicas de la zona, en distintos colores y de agradables terrazas encima del agua. La zona es muy pequeña, seguramente más de lo esperado, pero es preciosa y a la caída del sol los colores de las casas y el cielo apagándose es una foto que os quedará grabada en la mente. La catedral de Colmar, dentro de la ruta que os hemos dicho, es también una parada que vale la pena si sois amantes de las arquitecturas antiguas y a lo grande, y en su plaza podéis reponer fuerzas en sus cafés y terrazas.


​ Colmar. Le petite Venice.​

El recorrido por Colmar bien merece, como hicimos nosotros, una tarde entera, de hecho la ciudad merece mucho más, se puede visitar mucho más aparte del casco antiguo, su estación de tren, sus parques y algunas otras zonas menos turísticas, así como sus museos e iglesias, pero eso nos tuvo que quedar pendiente para otra visita. Así que una vez visitado lo más turístico volvimos al apartamento para cenar y descansar, que aún nos quedaba un día entero para dedicar a la zona...

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