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20 días por México: Ciudad de México y ruinas de Teotihuacán.

Desayunamos tranquilos en el hotel, pedimos Uber y a las 10 estábamos en la estación de autobuses subiendo al autocar que nos llevaría hasta la capital del país en poco más de 5h, autobús de 2 plantas, igual de cómodo y amplio que los anteriores. Lo peor del trayecto llega al acercarse a la capital ya que hay kilómetros y kilómetros de caravana y suele ser así siempre, por lo que… paciencia.


Al llegar a la central de autobuses conectamos con el Wifi abierto y pedimos un Uber, pero tienen prohibida la entrada a los carriles del recinto, por lo que cuando llegó nos llamó y nos esperaba en la siguiente esquina para evitar problemas con los taxistas.


CDM es tan grande que el tiempo cambia en función de dónde vayas, así que llegamos a la estación central con un sol radiante y llegamos al hotel, casi 1h después, en la Zona Rosa, el barrio gay, junto al Ángel de la Independencia, bajo la lluvia, y a pesar de ser las 17h de la tarde, los bares de la zona estaban a rebosar de gente, con colas en la puerta esperando para entrar y la música de un local se juntaba con la del siguiente, por suerte, nuestro hotel, el Valentina Room, estaba bien insonorizado y no se oía nada del ruido de la calle.


La lluvia no cesaba así que poco pudimos hacer aquella tarde, más allá de explorar los alrededores del hotel y flipar con la fiesta que había a aquellas horas.


Como estábamos próximos a la festividad del Día de Muertos, al amainar la lluvia, el recepcionista nos aconsejó ir hasta la esquina y pasear por el Paseo de la Reforma viendo la exposición de calaveras y alebrijes, así que, aprovechando un parón de la lluvia, nos fuimos allí y resultó estar la mar de animado, puestos de comida, paradas de artesanía… así que estuvimos comiendo aquí y allí, y viendo las diferentes esculturas que adornaban el paseo hasta que cayó la noche y nos fuimos a descansar esperando que al día siguiente no lloviera para poder salir a conocer la ciudad.



Y como estos... decenas y decenas... una pasada.


Al día siguiente salimos pronto después de desayunar y bajamos por Paseo Reforma buscando la parada del metrobus y aprovechando para ver las esculturas de nuevo sin apenas gente, al llegar al metrobús, el conductor nos dejó pasar sin pagar, aunque más creo que era porque no tenía ganas a esas horas de explicarnos el funcionamiento de la máquina de billetes. Bajamos por Reforma hasta la parada de Caballito, y de allí fuimos andando por Avenida Juárez hasta Bellas Artes, que a esa hora ya contaba con bastantes turistas alrededor, pero nada que ver con lo que sería por la tarde.




Desde allí nos adentramos en la Avenida 5 de Mayo en dirección al Zócalo, en esa avenida se puede visitar la Casa de los Azulejos, la oficina de correos en la calle paralela, visita rápida pero vale la pena ver ese hall tan majestuoso, la torre Latinoamericana que tiene un mirador altísimo al que se puede subir por 250$/persona, pero subid sólo si el día es verdaderamente claro, o no veréis gran cosa... y tiendas de todo tipo hasta llegar al zócalo que está a pocas calles de allí.




Decidimos dejar la visita a la catedral para más adelante y aprovechar el sol y el buen tiempo que las predicciones anunciaban que cambiarían en pocas horas, así que nos dirigimos a la parte derecha de la plaza para visitar el Templo Mayor, las ruinas de lo que fue la antigua Tenochtitlan.


La taquilla está bajando las escaleras y la entrada cuesta 150$/personas y os harán dejar en la entrada cualquier tipo de trípode, paraguas, agua, comida… pero la visita vale mucho la pena, las ruinas están en muy buen estado de conservación y te retrotraen realmente a aquella época espléndida. La durada de la visita dependerá del interés que os despierte, cada zona está llena de carteles explicativos bastante extensos de lo que veréis.




Después de 1.5h aproximadamente, salimos del Templo Mayor y decidimos visitar uno de los sitios que más lejano nos quedaba, la Basílica de Ntra. Sra. de Guadalupe, por lo que tuvimos que coger el metro en Zócalo hasta Villa Basílica, haciendo un par de conexiones que eran bastante extensas, pero en 45mins estábamos ya saliendo por la salida de Calzada de Guadalupe, la avenida que os llevará todo recto hasta las puertas del templo más venerado de México, aunque como pasa siempre en estos sitios, hay que estar preparado, los alrededores están llenos de tullidos, enfermos, amputados, niños pidiendo… y para nuestra sorpresa, no se paga entrada para la visita, nada más entrar al recinto, a vuestra izquierda veréis una estructura circular moderna, esa es la nueva Basílica de Guadalupe, con la Capilla de San José en su interior, y es ahí donde, detrás del altar mayor, podéis observar el famoso manto de la Virgen, en nuestro caso lo vimos de lejos porque estaban en unas jornadas de esas multitudinarias con feligreses de todos lados y aquello estaba en plena misa a reventar de gente.


Justo al lado está el antiguo templo, llamado Templo a Cristo Rey, y que literalmente marea un poco, al igual que pasa en el zócalo, las capas de tierra bajo el suelo son lodosas y eso hace que estos templos tan antiguos estén inclinándose y hundiéndose, por lo que el templo tiene el suelo totalmente inclinado en cuesta, pero lo notas bajo tus pies, no visualmente, es decir, notaréis que cuesta andar dentro del templo, pero no veréis cosas inclinadas, y eso hace que os pueda dar algo de vértigo y sensación extraña estando dentro.


Y por la parte trasera tenéis varios templos y bautisterios más que hacen del recinto un verdadero parque de atracciones para los fieles. Nosotros salimos rápido. Una vez visitado lo más interesante para nosotros, cogimos de nuevo el metro de vuelta a Bellas Artes, el metro iba exageradamente lleno, hasta tal punto, que en la última conexión nos negamos a subir y salimos a la calle para caminar el último tramo hasta llegar a destino. Nuestro propósito era ir a tomar esta foto:




Para ello tuvimos que subir hasta la 8a planta del edificio Sears, justo delante de Bellas Artes, el Sears es unos grandes almacenes, y en su 8º piso podéis acceder al Bar Porfirio, en el que seguramente tengáis que hacer cola para tomaros algo, cruzando los dedos para que os den mesa en el borde con vistas y no en una de las mesas bajas, el precio de las consumiciones no es elevado para ser algo tan turístico.


Estuvimos un buen rato, pero al cabo de 1h empezó a llover y tuvimos que recoger los trastos y volver a la calle, nuestra idea era coger un Uber y volver al hotel a descansar, pero al estar lloviendo cada vez más el precio de los Uber estaba por las nubes, así que cambiamos de plan y simplemente cruzamos la calle y nos adentramos en el mercado que se monta de jueves a domingo en el Parque Alameda, si lo pilláis montado, aprovechad para comprar lo que queráis porque tiene buenos precios, sobretodo en cuanto a mochilas, maletas, etc, no volvimos a encontrar nada igual.


Encontramos un puesto de comida con un buen tendal y taburetes para comer sentados, y encima con buenos precios (3 tacos a elegir por 50$), así que allí nos quedamos esperando a que acabaran de montar la cocina y nos pusimos las botas.


Una vez terminamos de comer y volvía a lucir el sol, empezamos a andar tranquilamente hacia Reforma, que a aquella hora estaba ya llenándose de gente para el Desfile de Catrinas que empezaría en poco más de 3h y que iría desde el Ángel de la Independencia hasta Zócalo.




Lo que pasó con el Desfile es digno de estudio, y os lo resumimos por si alguien va en esas fechas, no pierda el tiempo como lo perdimos nosotros: Encontramos un sitio en la punta de una acera, y tomamos posiciones durante casi 3h, junto a una familia cargada de niños, el desfile empezó tarde y avanzaba lento, al contrario de las nubes y los rayos y truenos que cada vez se repetían más a menudo, para cuando apareció el primer grupo del desfile, toda la gente que estaba ocupando la calzada ocupó a empujones las aceras, empujándonos hacia atrás, y para colmo empezó a llover, por lo que todos abrieron los paraguas y ahí ya no se veía nada. El Desfile de Catrinas es solo a base de gente disfrazada, no hay carrozas ni nada así, por lo que o lo ves en primera línea o no vale la pena estar, así que compramos un chubasquero básico a un vendedor ambulante por 50$ para que no se nos mojara la cámara al menos y como “allá donde fueres, haz lo que vieres” empezamos a andar por la calzada al encuentro de los distintos grupos de catrinas que iban bastante dispersos y cuando llegábamos al siguiente, nos poníamos en primera fila con todo el morro, los veíamos pasar y avanzábamos a por el siguiente, pero la lluvia era cada vez más fuerte, y los grupos ya simplemente avanzaban, sin bailes ni nada, así que dejamos atrás Reforma y nos fuimos lo más rápido posible hacia el hotel ya que habíamos quedado para cenar y salir a tomar algo por la Zona Rosa con unos amigos.


Al día siguiente no madrugamos, la fiesta se alargó más de lo que esperábamos y necesitábamos descansar, pero a las 9 salimos del hotel en dirección a Insurgentes para coger el metrobus que nos llevaría hasta el barrio de Coyoacán, para visitar la Casa-Museo de Frida Kahlo, pero una vez allí la cola era de varias calles y justo acababan de abrir a las 10a.m. así que desistimos de la visita, ya que se hablaba de unas 2-3h de cola ya que el aforo interior es de pocas personas a la vez. Si queréis visitarla os aconsejamos comprar las entradas por internet y una vez allí dirigiros a la entrada y veréis una cola mucho más reducida para los que tienen la entrada reservada. Podéis entrar a la web pinchando en el nombre del lugar unas líneas más arriba.


El barrio de Coyoacán es otra de esas zonas que todos los blogs alaban como algo maravilloso cuando en realidad no tiene nada de especial, son calles y calles de casas bajas, con más o menos gracia pero nada más, por ejemplo, a un par de calles más al sur está el Mercado de Coyoacán, un mercado recomendado por un montón de blogs, pues nosotros lo que os recomendamos es NO ir, sin más, sólo había paradas de disfraces y cosas de Halloween, y en su interior algunos bares y puestos de comida rápida, todo muy oscuro y sucio, así que no perdimos más tiempo, encontramos un punto de wifi, pedimos un Uber y decidimos irnos a un mercado que sí que prometía, el Mercado de Artesanías la Ciudadela, cercano a Bellas Artes, aunque el paseo hasta allí desde B.A. no es muy recomendable, la Avenida Balderas que es la que os lleva hasta allí está bastante abandonado y lleno de vagabundos, así que aprovechamos y fuimos en Uber ($122) hasta la mismísima puerta del mercado.


El Mercado de Artesanías es la mejor opción para comprar cualquier tipo de recuerdos y regalos, los precios son más bajos que en el resto de sitios, y encima puedes regatear, sólo hay que saberse situar en su interior y ubicarse con el sistema de pasillos numerados para saber volver a las tiendas más interesantes, y en el centro del mercado tenéis un par de cantinas donde podéis comer o tomar algo a precios bajos.


Después de comer y cargados de bolsas, pedimos de nuevo un Uber para volver al hotel a descargar y buscar una lavandería donde lavar toda la ropa acumulada en los anteriores días, por lo general los precios de los hoteles con lavandería eran pura estafa, y por suerte, a 2 calles de nuestro hotel bajando por la calle Amberes y al girar a la derecha por la Avenida Chapultepec encontramos la lavandería Acqualav (Av. Chapultepec 337) en un primer piso donde por 260$ nos lavaban toda la ropa (en el hotel nos cobraban por pieza y el total ascendía a casi 2000$).


Ya entrada la tarde, y después de una siesta cogimos el metro en Insurgentes en dirección a Hidalgo para visitar el Zócalo de noche y el interior de la basílica, pero nuevamente el metro estaba tan exageradamente lleno que acabamos bajando en Pino Suárez, una parada antes del destino, lo cual resultó ser todo un acierto, nada más salir a la calle, delante de nuestras narices se elevaba el mercado de la Plaza Comercial Pino Suárez, un mercado lleno de zapatillas, vaqueros, ropa de deporte y bolsas y maletas de todo tipo, así que pudimos solucionar nuestros problemas de equipaje in extremis en DF. Desde ahí a zócalo era un tranquilo paseo por la Avenida 20 de noviembre de apenas 15mins., visitamos las luces de la plaza y volvimos al hotel andando haciendo parada en la Plaza de la República que el monumento estaba totalmente iluminado en violeta.


A la mañana siguiente nos tocó madrugón para una de las visitas estrella del viaje: las ruinas de Teotihuacán. Las habíamos visto en tal infinidad de programas, documentales, videoblogs y teorías alienígenas que era casi como ir a algún lugar ya conocido, y aún así, nos sorprendió gratamente.




El punto de recogida de la excursión era un hotel a 1 esquina del nuestro, con lo cual no tuvimos de coger ningún transporte adicional, a las 7 de la mañana estábamos en el sitio y empezamos la jornada. El parque arqueológico se encuentra a 1h de camino desde el centro de DF, pero, por increíble que parezca, el autobús nos dió una vuelta por la ciudad a las 7 de la mañana, contándonos puras turistadas, y al salir de la ciudad hizo una parada en una área de servicio para tomar un café e ir al baño, no dábamos crédito.




Al llegar al destino, y oír las indicaciones del guía sobre cómo se desarrollaría la visita decidimos, en el último minuto, en informarle que preferíamos no hacer la visita con él, que sólo explicaba gilipolleces, y que la haríamos por nuestra cuenta y que a la hora que nos dijera, estaríamos en el lugar de recogida. Así pues, recogimos las entradas y salimos disparados dispuestos a adelantar a todo el grupo y para nuestro asombro acertamos de lleno, la visita empezó por la parte sur, por la Ciudadela y el Templo de Quetzalcóatl, (dos fotos más arriba), una pequeña pirámide bien conservada que visitamos completamente a solas, y de allí empezamos a andar por la Calzada de los Muertos, la "avenida" de Teotihuacán, la cual también recorrimos totalmente a solas hasta la Pirámide del Sol, la increíble e imponente Pirámide del Sol, una construcción faraónica, enorme, que os dejará con la boca abierta por más que la hayáis visto en mil reportajes.




La subida es vertiginosa en algunos tramos, pero llegar arriba merece mucho la pena, ponerte en el centro de la cima es sentir que estás en un punto clave para toda una civilización, aunque os tengáis que casi pelear a codazos con algunos turistas que no van a esperar a que os toméis el selfie de rigor.



Las vistas desde la cima son para quedarse allí largo rato, mires dónde mires, vale la pena, se aprecia la grandiosidad del recinto arqueológico, la cercana Pirámide de la Luna, los pueblos aledaños y las altas montañas a lo lejos. O almenos si pilláis un día claro y soleado como el que tuvimos la suerte de tener nosotros.




Seguimos andando por la Calzada de los Muertos hasta llegar a la Pirámide de la Luna, que en comparación a la del Sol estaba mucho más llena de gente, tal vez por ser más fácil de subir, tal vez no sea tan alta, pero apreciaréis toda la Calzada de los Muertos frente a vuestros ojos sin dejar de imaginar cómo tenía que ser aquella capital en todo su esplendor. Sólo lugares como Angkor Wat, en Camboya, se le pueden comparar.




De vuelta a DF decidimos acercarnos a la UNAM, una de las universidades de la DF, a tomar por culo, tan lejos que salimos del hotel con un sol abrasador y un día despejado y llegamos a destino, después de innumerables paradas de metrobús, con un cielo totalmente cubierto de nubes, rayos, truenos y una lluvia incesante que nos dejó calados. Pero la típica foto de uno de sus edificios no podía faltar en nuestro álbum.




Y de allí, cogimos el metro en dirección a Buenavista para visitar la famosa Biblioteca Vasconcelos, un impresionante edificio lleno de niveles y escaleras y por supuesto, libros, hay que pasar arco de seguridad a la entrada pero no se paga por la visita. Al acabar volvimos al centro en un metro que cada vez se iba abarrotando más y más y de allí volvimos paseando al hotel por Av. Reforma.


Y ya en nuestra última mañana en la capital mexicana, aprovechamos para ir en Uber hasta el barrio de Polanco (77$) para visitar el Museo Soumaya, con distintas obras clásicas a pesar de que su aspecto exterior hace pensar más bien en todo lo contrario, el barrio es de gente de pasta y se nota, parques, jardines, pisazos con terraza… el museo es gratuito y es bastante más grande de lo que aparenta, justo delante está el Museo Jumex, pero estaba cerrado ese día, así que dimos una vuelta por los alrededores y cogimos otro Uber (105$) para llegar lo antes posible a la calle Manzanillo 21, en Coyoacán, en la esquina de esa calle se encuentra “Por siempre Vegana - Taquería” un puesto de comida en la calle dedicada plenamente a los tacos veganos… no es que nosotros seamos veganos pero teníamos nuestra curiosidad por probarlos, el precio no es desorbitado, pero nos sirvió para confirmar que preferimos comer algo que haya estado pastando antes que estos sucedáneos, que por más que digan que saben a chorizo, a carne y a lo que sea, NO saben igual, pero por 115$ pudimos probar distintos sabores y tipos de tacos.


Y de allí ya pusimos rumbo al hotel, a recoger nuestras cosas y pillar nuestro último Uber en CDM que nos llevaría hasta el aeropuerto en un trayecto de casi 1h a pesar de que no parecía tan lejos según el mapa… pero las distancias allí son para flipar… Próxima parada, por fin, Oaxaca y su Fiesta de Muertos!!!



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