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20 días por México: Guadalajara y Tlaquepaque.

Salimos pronto de San Cristóbal, el vuelo no es hasta las 14.45h pero es domingo y la única furgoneta que sale a un horario acorde es a las 10.30h, así que nos toca esperar en el aeropuerto sí o sí. El check-in con Volaris es por app, si lo queréis en mostrador os cobran un plus, y en Tuxtla parece ser normal que las pantallas indiquen vuelos que no corresponden con la realidad y por lo tanto hay que hacer caso de las tarjetas de embarque y no de las pantallas.


Vuelo de 2h hasta Guadalajara y una vez allí toca buscar la parada de autobús que nos llevará hasta Tlaquepaque, no es complicado, tal cual salís a la calle veréis un edificio de Fedex a vuestra derecha y justo delante, bajo una acera cubierta está la parada de autobús. Al ser domingo nos tocó esperar casi 1h hasta que llegó el autobús 088 que era el que debíamos coger. Nuestro destino era el hotel Villa de Ensueño y la parada de autobús era “Florida”, preguntad exactamente dónde debéis bajaros, aunque no lo hagáis muy alto o medio bus opinará y os dará cada uno su opinión con lo que acabaréis más liados que al principio, que es lo que nos pasó a nosotros y acabamos teniendo que retroceder a pie varias calles hasta encontrar la parada correcta. Otro apunte, en México los autobuses no paran si nadie levanta el brazo, por lo que cuando lo veáis aparecer alzadlo o tiráos en mitad del asfalto porque si no, no pararán.


Cuando por fin llegamos al hotel y salimos de nuestro alucine con lo chulo que era todo, decidimos aprovechar el tiempo y acercarnos al centro de Tlaquepaque, que está pegado a Guadalajara. En menos de 10 minutos estábamos entrando en la calle principal, aunque como consejo os diré que si llegáis de noche como nosotros, mejor pedid un Uber por más que sean pocos metros, ya que las calles están oscuras y no daban muy buen rollo, así que en las siguientes ocasiones ya no quisimos tentar a la suerte….


Tlaquepaque estaba realmente animado, muchas tiendas de todo tipo, no sólo las típicas para turistas, y un montón de ofertas gastronómicas de todo tipo, desde puestos de comida rápida hasta restaurantes y tabernas de distintos precios, algunas con música en directo. Empezando el recorrido por la calle Independencia con la Avenida Niños Héroes y hacia el parque Hidalgo, todas las calles adyacentes están llenas de vida y movimiento, vale mucho la pena y ya se notaba que la Fiesta de Muertos estaba cerca...


Cenamos en el 1901, un restaurante en la azotea de un edificio al lado del parque Hidalgo, algo más caro que la media pero la comida era exquisita y estabas tranquilo sin estar en mitad de la calle en alguna terraza con toda la gente pasando.


Justo al lado están los Jardines Hidalgo, y frente a ellos, en la misma calle del 1901 está el Tecolote, una sencilla tienda de licores en la que podréis encontrar y degustar los mejores tequilas y bebidas autóctonas y os podrán aconsejar sobre qué comprar. Nosotros compramos una botella de Raygoza, un tequila que a Isra le enamoró desde que lo probó, así que a la maleta directo.


A la mañana siguiente nos levantamos pronto, desayunamos en el mismo hotel y buscamos la parada del bus 647 (en la esquina del hotel) que nos llevaría hasta final de trayecto en el centro de Guadalajara, justo al lado de la catedral.


La ciudad es bastante grande pero realmente lo más turístico está bastante concentrado, la visita nos llevó unas 4h en un recorrido de unos 12kms visitando la catedral, los jardines de alrededor, el Teatro Degollado y paseando por un par de avenidas hasta el Hospicio Cabañas que resultó estar cerrado los Lunes… una pena.


Fachada del Bar Lupita

En esas avenidas había mercadillos de artesanía, si algo os gusta regatead y no dudéis en comprar lo que sea, fueron los mejores precios que encontramos en todo México para alebrijes… y los dejamos escapar…


Una vez acabado el recorrido volvimos al mismo punto en que nos había dejado el autobús para coger de nuevo el 647 de vuelta a Tlaquepaque, a pesar de que todos nos habían asegurado que era el mismo recorrido a la inversa, siguiéndolo por Google Maps el bus empezó a alejarse de nuestro destino en Florida así que finalmente decidimos bajar y no alejarnos más, y nos tocó andar unas cuantas calles hasta llegar al hotel, y realmente esos barrios no invitaban mucho a pararse o a disfrutar del paseo, con deciros que anduvimos por mitad de la calle porque no nos fiábamos de los portales…


Decidimos descansar un poco y, a pesar de que no hacía un calor excesivo, disfrutar un poco de la piscina en solitario, y a media tarde, a pesar de que en internet se aseguraba que estaba cerrado los Lunes, nos acercamos al Refugio, un antiguo manicomio reconvertido en galería de arte y que ha aparecido en distintos programas de fenómenos paranormales, y para nuestra sorpresa estaba abierto, así que pasamos a disfrutar de un recorrido casi en solitario por el recinto, y le pedimos a la chica de la entrada si podía abrirnos el acceso a la azotea para fotografiar las cúpulas, y no sólo accedió a ello sinó que nos mostró los túneles subterráneos por donde escapaban de los españoles y nos hizo un recorrido por la historia del recinto la mar de apañado.


De allí volvimos a las calles centrales, paseando sin rumbo, pasando por calles típicas ya adornadas para los siguientes días festivos, viendo tiendas, hicimos algunas compras, cenamos y como a las 20h ya estaban cerrando todo, pedimos un Uber y volvimos al hotel a descansar y prepararnos para el trayecto del día siguiente que nos llevaría hacia el próximo destino: Guanajuato.



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