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Islandia: Día 3, de Selfoss a Vík í Mýrdal.

Al despertar la lluvia había parado, pero se mantenía el día nublado y con mucho viento. Nos entretuvimos bastante más de lo que habíamos planeado entre desayunar y cargar el coche, y entre eso y la meteorología nos veríamos obligados, al final del día, a hacer cambios sobre la marcha. Nuestra primera parada esa jornada sería Keldur, una antigua aldea vikinga de las que se conservan 5 cabañas con sus techos cubiertos por hierba.


Keldur está a unos 45mins de Selfoss y hay que estar atentos ya que en un momento dado hay que girar a la izquierda dejando atrás la carretera principal para adentrarse en una carretera recta e infinita y que empieza asfaltada para más adelante ser de grava y acabar siendo un verdadero camino de cabras lleno de baches, socabones y piedras, al final de este camino se bifurca y hay que girar a la izquierda hasta llegar a la entrada de Keldur donde podréis aparcar en un pequeño descampado.


Carretera a Keldur

Keldur como tal no existe, o sea, no hay un poblado ni nada así, es simplemente las 5 cabañas vikingas y una granja al lado. El camino una vez aparcados os dirige sólo a la granja y pensábamos que nos habíamos equivocado de lugar, pero no, hay que coger el caminito a la izquierda que va entre la hierba nada más cruzado el pequeño río, ese camino os llevará hasta una pequeña verja que podéis abrir sin problema y una vez cruzada ya veréis las cabañas a los pocos metros, justo al lado de una ermita.


Keldur

Una vez hecha acabada la visita pusimos rumbo a una de las grandes atracciones de Islandia, Seljalandsfoss. Volvimos a la carretera principal y en 30mins llegábamos. La cascada se ve a la izquierda, y está a pocos metros de la carretera principal. El aparcamiento es de pago, 700 ISK por tiempo ilimitado, así que no tenéis que preocuparos.


Seljalandsfoss


Seljalandsfoss es una impresionante cascada que no sabréis por donde os gusta más, si de lejos, de cerca, por el lado, por delante o por detrás... sí, por detrás, porque hay un camino que os llevará a ver la cascada justo desde atrás del salto de agua, incluso se puede bajar hasta donde cae el agua, eso sí, acabaréis empapados, pero por descontado, no se puede ir uno de allí sin seguir todo el camino, es espectacular.


Seljalandsfoss desde atrás

Una vez hecho el recorrido por la cascada la visita no ha terminado, Seljalandsfoss es mucho más que la cascada principal, y os diría incluso que lo bueno está por llegar, seguid el camino que va hacia la derecha, iréis pasando por pequeñas cascadas que no os parecerán nada del otro mundo después de haber visto la principal, pero seguid andando un poco más, hasta el final del camino. Llegaréis a un riachuelo que sale de entre dos enormes piedras... ahí, ahí está lo bueno. Mi consejo sería que, ni que fuera para esa ocasión, llevárais en la mochila unas botas de agua altas, aunque sean las más baratas que encontréis, hay que adentrarse por entre las rocas y el único camino es el río, la gente va por encima de las piedras pero hay que tener equilibrio, las piedras se mueven y no son pocos los que salen con los pies mojados, además, podéis encontraros con que el río baje crecido y entonces, ni rocas ni nada, os mojáis u os mojáis. Yo no entré, mi equilibrio en esas rocas hubiera sido pésimo y pasaba de ir empapado, el resto sí, y la maravilla es Gljúfrafoss:


Gljúfrafoss

Una vez visto esto volvimos hacia el coche empezando a llover, el tiempo volvía a cambiar de repente, así que aceleramos el paso y aprovechamos para tomar algo en el bar con toldo que había justo al lado del aparcamiento. Arrancamos al poco dirección a la siguiente y aún más enorme cascada, Skógafoss, a la que llegaríamos en 30mins de trayecto, unos pocos kilómetros antes de llegar allí, a la izquierda podéis ver a lo lejos el famoso Eyjafjallajökull, el volcán que entró en erupción hace unos años y que paralizó los vuelos de toda Europa.


Llegamos a Skógafoss lloviendo bastante, demasiado como para hacer la visita, así que aparcamos en el area de servicio que hay en la misma salida y estuvimos más de 1h esperando que amainara mientras tomábamos algo. Tardó pero al final la lluvia cesó, así que nos dimos prisa en acercarnos a la imponente cascada. Es realmente impresionante y majestuosa, ya que llegas a ella desde el nivel del suelo y la ves levantarse delante de ti. A la derecha hay unas escaleras que suben hasta la parte alta para ver la caída del agua desde arriba, y subimos, con un viento que amenazaba con tumbarnos y mandarnos con las ovejas diabólicas que pastan por todos lados, realmente desde arriba es más significativo el paisaje que ves alrededor, que no la caída de la cascada, ya que desde el mirador no ves toda la cascada sinó sólo la parte alta de la caída.


Skógafoss

Y como os decía al empezar este post, el habernos entretenido por la mañana y salir más tarde de lo planeado, y las inclemencias del tiempo, hicieron que llegados a ese punto, nos quedaba aun por ver demasiado, nos faltaba ver Solheimasandur, el avión de la 2a Guerra Mundial que se estrelló en una playa, nos quedaba aun por ver la playa volcánica de Vík í Mýrdal, la vista del pueblo desde un mirador, y encontrar nuestro bungalow que esa noche estaba en una granja perdida en mitad de la nada a varios kilómetros de la carretera principal... Finalmente decidimos no perdernos el avión, que a todos nos hacía ilusión ir hasta allí, pero tampoco renunciamos a ver el resto, simplemente lo pospusimos para la mañana siguiente pegándonos un madrugón de los grandes.


A escasos 12kms de Skógafoss, y sin señalización alguna, está el aparcamiento donde hay que dejar el coche para ir hasta Solheimasandur, por suerte se ven los coches aparcados a pocos metros de la carretera, así que si estáis atentos, no os pasáis de largo. El único inconveniente era que estaba oscureciendo bastante antes de lo que debería a causa de los nubarrones que había en el cielo y que amenazaban tormenta de nuevo, y que desde el aparcamiento hasta el avión hay, a paso ligero, 45mins a pie. No lo pensamos más y echamos a andar, el camino te hace entender eso de que Islandia es distinta a todo, mires donde mires no ves nada, un terreno lunar, totalmente liso y lleno de piedras, así como el camino, que sólo está señalizado por postes reflectantes, pero fuera de ahí, nada, y de pronto, el camino se acaba, y empiezan las dunas de la playa, de arena negra, y ya casi era de noche, pero ya faltaba poco, unas dunas más allá, y ya oyéndose el sonido de unas olas enormes, el avión estrellado, por fin. Hay que ir con cuidado, hay hierros, agujeros y cables por todos lados, y no creo que sea buena idea cortarse en mitad de la nada y mucho menos necesitar un hospital.


Solheimasandur

Echamos las fotos pertinentes pero el fuerte viento que soplaba empezó a venir acompañado de lluvia y de rachas mucho más fuertes, así que empezamos a volver, ya que la luz era la justa para llegar a encontrar el camino con los postes reflectates, y ya no paró de llover, 45mins de camino con un viento lateral y gélido que no te dejaba avanzar en linea recta y lluvia, lluvia y más lluvia, ni la ropa impermeable servía y todo acabó calando, a lo lejos se veían los faros de un par de coches que entiendo que deben ser de alguien de la zona que se dedicará a poner los vehículos en el aparcamiento para guiar a los que vuelven de noche, y a los que van, porque en ese camino de vuelta, lloviendo, con viento y ya noche cerrada, había quien llegaba entonces y empezaba su camino hacia el Solheimasandur. De locos.


Llegamos al coche y pusimos la calefacción al máximo y que saliera el aire lo más fuerte posible para secarnos un poco y arrancamos en busca de nuestro bungalow. Por suerte, a pesar de no estar cerca de la carretera, entre las buenísimas indicaciones del dueño que nos había mandado por mail y Google Maps, en poco menos de 1h de trayecto encontramos la granja Jorvik, en mitad de la nada y por unos caminos sin absolutamente ningún tipo de luz más allá de los brillantes ojos de las ovejas que pastan libremente por todas partes una vez dejamos la carretera principal. Preparamos nuestra comida-merienda-cena, planificamos como sería la siguiente etapa teniendo que añadir la visita a Vík í Mýrdal y su playa y pronto caímos rendidos.

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