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Islandia: Día 4, de Vík í Mýrdal a Djúpivogur.

Como sarna con gusto no pica, madrugamos sin rechistar, y desayunamos y cargamos el coche más rápido que nunca y pusimos rumbo a Vík í Mýrdal retrocediendo así 39kms. El día estaba nublado pero no llovía así que antes de que el caprichoso tiempo cambiara, fuimos a la playa volcánica y que al parecer aparece en Juego de Tronos. Hay que pasar de largo Vík y rodear la montaña que hay junto al pueblo, una vez rodeada ya está la playa señalizada a la izquierda y sólo hay que seguir la carretera.


Una vez allí el aparcamiento es gratuito y supongo que el mal tiempo del día anterior hizo cambiar de planes a mucha gente ya que la playa estaba bastante repleta de turistas. El oleaje es increíble, olas enormes con las que hay que ir con cuidado, ya que aunque no os acerquéis con intención de echaros un gélido baño, ellas sí se acercarán por sorpresa hasta vuestros pies, en Youtube está lleno de videos de turistas empapados por las traicioneras olas, las atracciones de la playa, aparte del paisaje, son la pared de columnas de basalto en la que todo el mundo se sube para fotografiarse y las 3 agujas de Reynisdrangar, que según la leyenda eran 3 trolls que querían llegar a Vík a través del agua pero que el sol sorprendió y convirtió en piedra.

Una vez acabada esta visita volvimos hacia Vík í Mýrdal torciendo a la izquierda nada más entrar en el núcleo urbano para subir hasta la iglesia, o más bien hasta el cementerio y mirador que hay más arriba de ésta para fotografiar la típica estampa del pueblo con el mar y las 3 agujas de Reynisdrangar al fondo.


Y una vez hecho esto, y sin perder más tiempo, pusimos rumbo hacia lo que hubiera sido nuestra primera parada ese día, pero que ya sería la tercera, el cañón de Fjaðrárgljúfur, un impresionante paraje de visita rápida y al que llegaréis por una complicada carretera de grava cuando no de piedras, pero que vale mucho la pena. El aparcamiento es gratuito y hay unos baños públicos allí mismo. Hay que ascender por un camino de no mucha inclinación y a los pocos metros ya está el primer mirador para ver el cañón justo delante, una maravilla de la naturaleza causado por la erosión de miles de años.



Volvimos al coche y otra vez al camino de piedras hasta reencontrarnos con la carretera principal del país, y de allí hacia el Parque Nacional Skaftafell, a 70kms, nuestra próxima parada. Cuando veáis a lo lejos, a vuestra izquierda unos enooooormes glaciares, habréis llegado. Hay que aparcar en el segundo parking, ya que el primero es para autobuses. El aparcamiento cuesta 750 ISK y aunque veáis que ningún coche tiene tiket, hay que ir al edificio que hay pocos metros más allá siguiendo el camino y pagar, ya que se controla por cámaras, así que en este caso, mejor pagar.


Nuestra idea era gastar allí 3h, así que nos pusimos a andar enseguida y a ascender por el camino que aseguraba ser la ruta de trekking sencillo, de hecho la señalización marcaba ser apta para ancianos y familias con niños... a mi entender será para familias que quieran dejar de tener ancianos o niños en su ámbito, porque hay trozos del camino en los que realmente, dudo mucho que un anciano o un niño pequeño puedan seguir adelante, les faltó poner el símbolo de sillas de ruedas y embarazadas, así como guinda. Las demás rutas van hacia los glaciares, algunas acercándose y otras adentrándose en ellos, aunque estas últimas sólo se pueden hacer con guías contratados.



A los pocos minutos de ascenso encontraréis la cascada de la foto superior y pocos metros más arriba el camino se bifurca, debéis ir hacia la derehca por el que asciende, y una vez arriba, a lo lejos veréis la principal atracción del recorrido: Svartifoss. Una cascada, no tan impresionante por su altura sinó por la singularidad del paraje, ya que está rodeada de columnas de basalto negro que dan nombre a la cascada (Cascada Negra). Es realmente bonita de ver y hay una pequeña plataforma de distintas alturas para observarla en todo su esplendor sin molestarse los unos a los otros.



Desde allí seguimos la ruta subiendo la montaña por unos enormes escalones sin saber muy bien hacia dónde íbamos, pero al llegar arriba realmente lo único que hace el camino es descender hacia el punto de partida por el otro lado del río. En la cima hay un punto en el que el camino permite ascender hasta la cima de la montaña para ver, muy a lo lejos, los glaciares, lo hicimos ya que sólo son 200m de ascenso por un camino de piedras, el paisaje merece la pena, pero si estáis cansad@s, o váis faltos de tiempo, no es nada que no podáis ver desde otros puntos o que no hayáis visto desde la carretera, aunque son realmente bellos de ver por su majestuosidad.


¿Pero para qué hacer un durísimo trekking por un glaciar cuando se puede ver uno desde cerca a pocos metros del coche? Seguimos ruta por la carretera y a escasos 50kms llegamos al glaciar Fjallsárlón, otro gran glaciar que se levanta a pocos metros del aparcamiento que hay al lado de la carretera. El aire soplaba desde el mismísimo glaciar y os aseguro que era algo alucinante, dejabas de notar cualquier parte del cuerpo que tuvieras sin cubrir a los pocos minutos.



Y no dejamos el hielo, a 10kms de allí paramos de nuevo, esta vez a nuestra derecha para visitar algo tan increíble como Diamond Beach, una playa de arena negra, plagada de trocitos de resplandeciente hielo que bajan directamente desde otro glaciar próximo, el Jökulsárlón. Olas enormes rompiendo contra icebergs enormes y despedazándolos poco a poco hasta arrastrarlos hechos añicos hasta la orilla.



¿Os parece poco hielo? Aún hay más, sólo hay que volver a la carretera, cruzar el puente a pocos metros y entrar en otro aparcamiento, esta vez a la izquierda, para visitar la laguna del Jökulsárlón, un enorme lago lleno de icebergs y de focas disfrutando de las gélidas aguas. Podéis bajar al nivel del agua o bien subir una pequeña colina para fotografiarlo todo desde arriba.



Y aquí terminaba nuestra etapa, bueno, almenos en cuanto a visitas, y donde nos dimos cuenta de que habíamos cometido un pequeño error, alojarnos más allá de Djúpivogur... nuestro alojamiento se encontraba a casi 3h de camino por la carretera serpenteando la costa, sin más luz que los postes reflectantes y en algunos momentos a tu lado sólo tienes acantilados o agua al mismo nivel, ya que la carretera sube y baja entre mil curvas, ese trayecto se nos hizo eterno y nunca he conducido tan tenso, hasta el punto que desconectamos el GPS para no ver en la pantalla el agua pegada a la carretera. Pero al fin llegamos, como siempre, en mitad de la nada, a oscuras, y el alojamiento dentro de la granja Berunes, no resultó ser todo lo acogedor y bueno que parecía, pero no siempre se puede acertar ¿no?


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