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Islandia: Día 1, llegada a Reykjavík.

Empezamos nuestro tour por Islandia con un madrugón de los buenos, como queríamos dedicarle el mayor tiempo posible a la capital islandesa decidimos despegar en el primer vuelo así que de madrugada ya estábamos en el aeropuerto. Elegimos probar suerte con Norwegian, el precio estaba bien, rondando los 200€, el vuelo era directo, y para mi sorpresa el wifi a bordo era potente. Salimos puntuales y en poco más de 4h estábamos avistando ya tierras islandesas con un día la mar de claro. Aterrizamos sobre las 8.15 a.m.


El aeropuerto de Keflavik es pequeño y fácil para moverse. Al llegar tenéis 2 opciones, ir hasta la capital en bus por unos 20€, o empezar vuestra ruta directamente en coche de alquiler como hicimos nosotros, si habéis elegido el coche debéis saber que nada más salir de la recogida de maletas a la izquierda tenéis algunos stands de coches de alquiler, pero si vuestra compañía no está entre ellos, relax, no os han timado ni nada así, o almenos no aún, algunas empresas de alquileres están ubicadas fuera del aeropuerto y van viniendo a buscar a los clientes en furgonetas, así que id mirando los carteles que sujetan en las manos, que algunos tienen los nombres de las compañías para los que hayan contratado. La nuestra era Blue Car Rental y el edificio se ve desde el aeropuerto, sólo tenéis que mirar hacia el aparcamiento, en el que veréis un hotel y justo al lado hay un edificio blanco con un cartel azul de la compañía de alquileres. Me gustaría deciros que hay un camino fácil, pero no, así que a cargar con las maletas, y a serpentear por entre los coches y a saltar cadenas para llegar hasta allí, son apenas 300m. Una vez allí los trámites son fáciles, entregáis el documento de reserva de la web, DNI, carnet de conducir y listos. En nuestro post "Islandia, consejos a tener en cuenta" podéis leer todo lo relacionado con el alquiler de coches. Nosotros escogimos un Nissan Qashqai, 9 días de alquiler, rondaban los 700€, y suerte que escogimos ese modelo que tiene buen maletero, porque íbamos 4 pasajeros con 2 maletas grandes, 2 bolsas grandes, 2 maletas pequeñas y equipaje de mano, así que entre maletero y el asiento trasero entró todo como en un tetris.


¿Todo listo? pues arrancamos, camino a Reykjavík. El trayecto dura unos 45mins y toda la carretera está asfaltada y con poco tráfico, como curiosidad os diremos que Islandia sólo tiene registro de 1 atasco en toda su historia durante un festival de música en el norte, un lujo conducir por ese país. La entrada a la capital es fácil, no te das cuenta y pasas de estar en la vía de acceso a estar en cualquier calle de la ciudad. Pusimos en el GPS la dirección de nuestro apartamento para situarnos y ver qué tal el aparcamiento por allí, aunque no teníamos la entrada hasta las 16h. Una vez localizado y ver que era fácil aparcar o parar para descargar las maletas, giramos a la izquierda rumbo a la Hallgrísmikirkja, la iglesia luterana símbolo de la ciudad, y nada más llegar a ella, encontramos un aparcamiento en una especie de CyD en el que se podía aparcar de 10.00 a 15.00 sin pagar. Genial, no?


Hallgrísmikirkja

DioR que frío más rico, el día era claro con algunas nubes aquí y allá, pero los 7ºC se notaban, y nosotros encantados, nos encanta el frío. Decidimos, ya que estábamos justo al lado, a visitar ya la catedral, por fuera es puramente de cemento, no tiene ningun elemento decorativo, cemento y cristal, nada más, y por dentro es bastante sobria y pequeña, se visita rápido, y en la entrada se anuncian las posibles bodas, funerales y distintos eventos que harán que la iglesia quede cerrada a las visitas turísticas. Nada más entrar, a la izquierda, está el ascensor que sube al campanario y en la tienda de recuerdos que hay en el hall se venden las entradas, 8€ por persona, se puede pagar en euros, coronas islandesas y en tarjeta, pero si queréis un consejo... no paguéis, no hagáis el primo como nosotros, colocáos en la cola del ascensor y subid sin miedo, los islandeses confían en la buena voluntad de la gente y nadie controla que tengáis el ticket, ni abajo ni arriba. Una vez ascendidos al campanario hay que subir un pequeño tramo de escaleras y una vez en la cima... ahí sí que hacía frío! pero se olvida rápido cuando empiezas a mirar por las pequeñas ventanas y ves las vistas, al frente se ve todo el centro turístico de la ciudad con el puerto al fondo, a izquierda y por detrás la ciudad en toda su extensión y a la derecha el centro con las montañas al fondo. Mires dónde mires, vale la pena.


Vista frontal desde el campanario de Hallgrísmikirkja

Una vez disfrutadas las vistas y con la sensación de haber gastado 16€ pudiendo subir gratis, nos dispusimos a adentrarnos en las callejuelas del centro más turístico llenas de edificios típicos, colores y tiendas de todo tipo, realmente vale la pena perderse por ellas y callejear sin rumbo, como nos gusta hacer. Fuímos bajando hacia el mar buscando el edificio Harpa, pero antes hicimos una parada para ver la escultura más famosa de la ciudad, el Sólfar, un monumento que representa un barco vikingo y que se encuentra junto al mar. Y mientras estábamos allí pudimos comprobar por primera vez lo que tanto habíamos leído por todos lados... que el tiempo en Islandia cambia a menudo y de golpe, así que sin más, empezó a llover, cada vez más fuerte, así que empezamos a dirigirnos hacia el Harpa que está a unos 500m.



Sólfar, monumento honorífico a los vikingos

El Harpa es un edificio enorme que los islandeses usan para distintos actos, algunos más oficiales y otros para la población, no es que tenga gran cosa para visitar, las salas están cerradas y sólo se puede andar por sus escaleras y pasillos, pero la gracia está en los grandes bloques de cristal que decoran toda su fachada y que al recibir la luz del sol, que ya volvía a hacer acto de presencia, hace que cada parte se ilumine con distintos colores. Aparte de eso hay algunas tiendas de souvenires más sofisticadas que las de la calle y un bar-restaurante, aunque bastante caro, la verdad.


Viendo que el tiempo volvía a estabilizarse salimos y nos fuimos hacia la zona del puerto, que está plagada de bares y restaurantes, aunque acabamos comiendo unos frankfurts en Bæjarins Beztu Pylsur que según muchos blogs eran los mejores de la capital, 400 ISK y almenos matamos el gusanillo.


Y con todo esto ya eran algo más de las 13.00 pm así que pusimos rumbo al coche, y al llegar, para hacer tiempo hasta las 15.00 nos tomamos un café (buenísimo) en el Café Loki, un acogedor y calentito bar, justo delante de la catedral y a pocos metros de nuestro vehículo.



Vistas desde el Café Loki

Y en cuanto llegó la hora del fin del aparcamiento arrancamos para ir por primera vez a uno de los supermercados Bonus, que son los más famosos por ser algo más baratos que el resto de cadenas. Nosotros ya traíamos bastante comida en las maletas, pero decidimos comprar algunos productos más como pasta, salsa, leche, etc. Cuidado con la leche porque algunos briks parecen leche pero resulta ser nata (compramos 3 de esos...), para ir sobre seguro, o bien estudiáis un curso de islandés para entender las etiquetas, o id a lo seguro, buscad la máquina de café gratis que tienen todos los Bonus y que tienen briks de leche para su uso gratuito, y después localizadlos en la sección de lácteos.


La compra puede resultar más cara que aquí, no diremos que no, pero no hagáis caso de esa leyenda urbana de que Islandia es cariiiiiiísimo. NO. Islandia es más caro, sí, tienen un nivel de vida más alto, unos sueldos mucho más altos (el sueldo medio en 2017 era de 6000€/mes) pero no significa que un paquete de galletas te valga 10€. Hay productos que son más caros, como por ejemplo algunos tomates pueden ser escandalosamente caros, pero se puede optar por tomates de otro tipo, o algunos productos de importación pueden tener precios que nos hagan renunciar a ellos, pero justo al lado tendréis el mismo producto marca Bonus o su versión islandesa, por lo que la compra no tiene porque ser un suplicio que se lleve nuestro ahorros de toda una vida.


Y de allí al apartamento, en pleno centro en la calle Laugavegur, llena de tiendas de todo tipo, bares, restaurantes y mucha vida. Descargamos todo aparcando unos minutos en zona de pago y me dirigí de vuelta hacia la catedral ya que como os contamos aquí, justo detrás de ésta empieza la zona de aparcamiento gratuito y puedes aparcar donde quieras sin problemas estando a escasos 5mins a pie del apartamento. Una vez instalados nos vino el bajón de las pocas horas de sueño, el vuelo, las primeras horas en la ciudad... así que descansamos, cocinamos algo y esperamos al anochecer para volver a salir.


Hay tantos mitos alrededor del mundo que se caen al viajar... y uno de ellos es que los países del norte no viven de noche, que todo cierra pronto y que no hay vida nocturna... y no dudo que en pleno invierno, cuando tienen escasas 4h de luz solar, y varios grados bajo cero, sea así, pero no en pleno octubre cuando la luz solar es la misma que en nuestro país y la temperatura aun no es tan tan baja. Las calles estaban llenas de gente paseando, las tiendas abiertas hasta tarde, algunas de ellas más allá de las 22h, y los bares y restaurantes llenos hasta tarde. Volvimos a la calle sobre las 19.00pm, noche cerrada ya, y andamos de nuevo hacia el Harpa para ver el juego de luces que se repite cada noche en los cristales de su fachada y que hace que el edificio luzca en una cambiante cascada de colores.



Desde allí dimos un agradable paseo, sin ningún rumbo concreto, hasta que nuevamente empezó a llover y volvimos al apartamento para acostarnos pronto y empezar nuestra ruta, de casi 2000kms, alrededor de la isla.

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