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Sri Lanka Tour: Día 6, ascenso a Sigiriya.

Desde la llegada al país estuvimos dudando sobre si ir a ver el amanecer desde Sigiriya, desde Pirudangala o pasar de amaneceres e ir más tarde. El Pirudangala es una montaña frente al Sigiriya, con una entrada más barata y con, para muchos, mejores vistas, puesto que ves el Sigiriya justo delante. Visto como cambia el tiempo en cuestión de minutos decidimos no jugárnosla ya que una vez contratado un tuk-tuk éste vendría hiciera el tiempo que hiciera, así que el día anterior acordamos con el conductor de venir a las 8h y no ir a ver la salida del sol. Así pues, madrugón de nuevo para desayunar con tiempo y estar a las 8h en la puerta.


A las 8.40 ya estábamos en el ticket center de la montaña sagrada. Como no, el conductor, casualmente, paró el tuk-tuk justo delante de un amigo suyo que, casualmente también, era guía del lugar. Se nos acopló hasta la taquilla, pero la cola nos la hicimos nosotros solitos. La entrada a Sigiriya vale la friolera de… (redoble) 4650lkr por persona (unos 25€), una verdadera estafa puesto que sólo es subir una montaña, no hay nada que visitar ni nada que hacer, aparte de admirar el paisaje, pero bueno, las turistadas no son baratas.


Una vez compradas las entradas el guía ̶h̶i̶z̶o̶ ̶c̶h̶a̶s̶!̶ ̶y̶ ̶a̶p̶a̶r̶e̶c̶i̶ó̶ ̶a̶ ̶n̶u̶e̶s̶t̶r̶o̶ ̶l̶a̶d̶o̶ apareció de repente y empezó a soltarnos un discurso que cortamos rápidamente, le habíamos pillado el gusto a ver como les cambiaba la cara de golpe y se alejaban insultándonos cual Raluka de LQSA.


Una vez fuera del edificio de venta de entradas hay que andar unos metros hasta una nueva caseta en la que hay que entregar los tikets y ya entras a la zona de jardines en los que vas viendo la roca al fondo, la típica estampa que todo viajero ansía ver en directo. Esa zona está realmente bien cuidada, todo muy verde, con la hierba recortada, las ruinas parecen recién puestas y puedes ir encontrando trabajadores de mantenimiento aquí y allí, todo ello bajo un sol abrasador que hace que se te haga todo muy largo e interminable.


Jardines de entrada al Sigiriya

Nosotros, que a veces parecemos rubias naturales, nos entretuvimos bastante por esa zona, haciendo fotos y siguiendo cada cartel que te indicaba alguna ruina lateral, y eso hizo que al terminar esa zona y llegar a unas rocas enormes con escaleras nos topáramos con una cola enorme que ya hacía rato que había empezado a formarse. Creo que a la sombra de las rocas se estaba aún peor que al sol, faltaba el oxígeno y la humedad era insoportable, se te acercan algunos locales a ofrecerte un camino alternativo para subir a la cima en 10mins por el módico precio de 20$ más… el negarnos a ello nos supuso casi 3h de interminable cola, 3h de intentar que una familia local como de 20 miembros no nos avanzara descaradamente, 3h de sol que no sabes si sacar el paraguas o montar una tumbona, y todo el camino lleno de carteles avisando de que había nidos de avispas y que por favor, no se gritara para no alterarlas, y que en caso de ataque, se mantuviera la calma y no se corriera. En cuanto vi una de las colmenas entendí que si atacan, ahí no hay quien guarde la calma y que moriría mucha gente despeñada, estuve todo el rato con el modo Boomerang en Instagram por si acaso, pero no ocurrió nada.


Cola para ascender al Sigiriya

El ascenso trata de un tramo de escaleras de piedra, una plataforma de metal anclada a la roca, una escalera de caracol y pensábamos que de ahí seguías hacia arriba, pero no, una vez arriba de la escalera entras a otra plataforma tapada para ver las pinturas de “las damas de Sigiriya”, una serie de imágenes de féminas descocadas de la época, todas ellas con los pechos al aire y al terminar la plataforma giras y vuelves a bajar por otra escalera. Me quedé con ganas de hacer la propuesta de que pusieran una cámara al final de la plataforma e inmortalizaran la cara que se te queda al descubrir eso, y luego te la vendieran a la salida. Por cierto que no se pueden hacer fotos en esa galería.


Una vez has vuelto a bajar la escalera de caracol toca andar unos metros por un pasillo amurallado y de ahí, nuevamente escaleras de piedra, de doble sentido y cada vez más estrechas, vaya a ser que la emoción se pierda. Y cuando llegas arriba aparece la puerta del León, una magnífica entrada (a otra escalera), custodiada por unas enormes garras de león a cada lado. El sitio os servirá para recuperar fuerzas, hay sombras, sitios para admirar el paisaje y como no, monos.



Y cuando ya empecéis a dejar de daros asco por ir empapados en sudor, podéis empezar a subir el último tramo de escaleras, una escalera a ratos metálica, a ratos de piedra, estrecha y partida en dos carriles, uno para subir y uno para bajar, todo ello muy seguro y que no te hará temer por tu vida en ningún momento (no, que va…). Y una vez en la cima, esto:


Vista desde la cima

Las vistas son fantásticas, kilómetros y kilómetros a la redonda, todo verde, templos aquí y allá, pequeñas poblaciones, a cada mirada descrubriréis algo nuevo, aunque, como dije al principio, poco más hay que hacer allí arriba, la ruina más alta mide un palmo, hay quien simplemente descansa a la sombra de alguno de los pocos árboles, otros meditan en el borde de la roca (aunque seguro que en su casa no han meditado en su vida). Nosotros estuvimos echando fotos sin parar y a contra reloj, primero porque habíamos acordado un máximo de tiempo con el tuk-tuk y aparte veíamos venir unas nubes enormes en las que se podía ver a lo lejos la cortina de agua que arrojaban cada vez más cerca.



Como no, empezó a llover estando en la cola de bajada (sí, también había cola para bajar, menos, pero había), pero por suerte las nubes pasaron rozando y no fue un diluvio. El descenso fue muchísimo más rápido naturalmente, en 10mins estabámos donde empezamos la cola y si habéis contratado tuk-tuk sólo tenéis que seguir los carteles que señalan “foreign carpark”. Justo en ese sitio hay un mercado con puestos de souvenirs y artesanía varia, pero hay poco aprovechable.


Localizamos a nuestro conductor, con el que habíamos acordado estar hasta las 12 allí y luego 1h y media en Pirudangala, todo ello por 2600lkr ambos, y al subirnos al tuk-tuk y decirle que pusiera rumbo a la siguiente montaña, el tio va y nos dice que no, que son las 12.15, que hemos excedido el tiempo y que si queremos ir a Pirudangala debemos pagarle 3000lkr más. Uno de los mayores problemas que hay en el sudeste asiático es que algunos países ven realmente al turista como un billete con patas y mochila y eso les saldrá bien con algunas nacionalidades pero no con nosotros. No tienen ningún chip comercial, si el día anterior le estuvimos diciendo que le necesitaríamos 3 días para diferentes excursiones (la de ese día + safari + Polonnaruwa), no nos estafes el primer día, estáfanos el último, llévanos a un descampado y nos pides hasta los calzoncillos si quieres, pero si nos timas el primer día, es de lógica que quien saldrá perdiendo serás tú. Pues esa lógica no parecía compartirla, ya que al pedirnos más dinero le dijimos que no, que pusiera rumbo al hotel, al que ni llegamos, ya que mis instintos asesinos me decían que le estrangulara desde atrás del tuk-tuk y acabamos pidiéndole que parara en el centro de Dambulla y ya iríamos al hotel dando un paseo, y nada más parar el carro y bajarnos, nos preguntó “¿a qué hora os recojo mañana en el hotel?”. ¿En serio? ¿nos timas y aun pretendes que al día siguiente hagamos otra escapada contigo? Sin ningún tacto le dijimos que a ninguna, que ya nos buscaríamos a otro conductor y nos largamos.


Como nos dejó justo delante de un ATM aprovechamos para sacar dinero, el límite de los cajeros en Sri Lanka son 25.000lkr. Y de allí nos fuimos andando hasta el hotel que nos quedaba a unos 3kms, pasando por el supermercado y haciendo paradas en distintos puestos de fruta y comercios varios. Ya de vuelta al hotel nos dispusimos a pasar una tarde de relax en la piscina, comiendo algo en el bar aprovechando que volvía a hacer sol. Estuvimos dudando sobre si contratar el safari con el hotel o con uno de los conductores de tuk-tuks que tenía un jeep, y que nos lo había ofrecido a mitad de precio, finalmente nos decidimos por hacerlo con el hotel a pesar del elevado precio (40$ por persona + las entradas al parque), por las dudas de en qué estado estarían los jeeps de los locales y la poca seguridad que nos ofrecían frente a algún problema o imprevisto durante la excursión.


Y así acabamos el día, en remojo en la piscina hasta la hora de cenar, relax total que también se agradece después del madrugón y el ascenso a la montaña.

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