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Sri Lanka Tour: Día 14, excursión a Galle (y un cambio de hotel).

Por la mañana, y nada más ir a ver qué ofrecía de desayuno el hotelucho otra más para sumar a las quejas, el desayuno se servía a las 7, y a las 8.05 sólo nos había traído una jarra con café, pero ni tazas ni nada, sólo la jarra, y para colmo, cuando trajo un plato con algo que llevarse a la boca y no nos lo comimos porque era horrible, salió el cocinero y se nos encaró por no quererlo.


Visto lo visto recogimos nuestras cosas, informamos de que nos pirábamos, y como no teníamos efectivo y el mafioso aquél sólo quería cash, fuimos a por un cajero, y para rematarlo, diluviando, pero nos fuimos con un gustazo de allí como si nos hubieran dado el mejor de los masajes y el sol brillara sobre nuestras cabezas.


En el mismo trayecto de búsqueda de cajero entramos en un par de hoteles y pedimos ver las habitaciones, no estaban mal y los precios eran parecidos todos, pero finalmente encontramos de pura casualidad, el Hotel Mirissa Village, que visto desde fuera no sabes muy bien si es hotel o qué, ya que no tiene recepción, ni nada de lo que tendría un hotel normal, entráis al jardín embarrado por la lluvia y hay un cobertizo con 6 mesas que hace de comedor, recepción, lounge, guardamaletas y lo que haga falta, y justo delante un edificio de 3 plantas con 4 habitaciones en cada una. De entrada no nos hizo mucha gracia, pero al ver las habitaciones cambiamos de idea, grande, espaciosa, con una cama enorme con mosquitera, balcón y un baño perfecto e hiperlimpio, y encima a menos de 100m de la arena de la playa.


Nos instalamos allí y como empezaba a escampar las nubes empezamos a valorar opciones, pasar el día en Mirissa o irnos a Galle a visitar el fuerte colonial al lado del mar, como la predicción meteorológica para el siguiente día era de lluvia en Galle, que está a unos 40kms aprox., decidimos ir aquella misma tarde y jugárnosla con el tiempo.


El autobús salía en la propia esquina del hotel, en la carretera principal y fue llegar nosotros y pasar uno. Nos cobró 150lkr a cada uno y en 1h estábamos en Galle, el trayecto es bastante ameno, sobretodo si vas en el lado izquierdo, ya que vas viendo toda la costa, los pescadores, los distintos mercados de pescado, las playas etc. Y una vez llegados a Galle no tenéis que sufrir por pasaros de la parada ya que todo el mundo se bajara en la estación de autobuses, que reconoceréis al instante, a un lado os quedará ésta y al otro un poco más lejos las murallas del fuerte.


Primero de todo decidimos ir a la estación de trenes, que está justo al lado de estación de autobuses e informarnos de los horarios de los trenes para el domingo, que era el día que dejaríamos el sur de Sri Lanka y teníamos que subir hasta Negombo, al lado del aeropuerto de Colombo. Llegamos y como siempre, tuk-tuks que quieren ayudarte para luego decirte que te llevan ellos en coche, etc., el taquillero era un borde y por suerte un señor de la cola nos enseñó que al lado había un folio con distintos horarios según el día de la semana.


Y una vez aclarado esto nos fuimos a visitar el fuerte colonial. Por lo visto dentro hay varias escuelas y nosotros llegamos a la hora de la salida de todos los escolares, con lo cual parecía que hubiera un incendio del que todos huyeran y nosotros fuéramos los únicos tarados intentando entrar.

Una vez superada la entrada empezamos a callejear sin rumbo, con la idea de encontrar algún restaurante para comer. Las calles del fuerte son preciosas, todas en estilo colonial y aunque están llenas de tiendas, bares y restaurantes, todos han conservado el estilo de cada edificio lo que le dan un aire muy distinto a todo lo anteriormente visto en el país. Al poco de estar andando pasamos por delante del Counting Calories, un pequeño restaurante en el que la carta, además de poner el precio, te pone las calorías de cada plato, y como todas las fotos tenían muy buena pinta nos sentamos allí.


Sólo por el hecho de haber abandonado aquel hotelucho infecto estábamos de mucho mejor humor que el día anterior y disfrutamos de la comida y de un rato sentados tranquilamente, al acabar justo al lado del restaurante tenéis una heladería italiana que está de muerte para escoger un helado como postre. Seguimos andando y al poco llegamos al final del fuerte, donde las olas rompen en las rocas que protegen las murallas, allí hay espacios para sentarse viendo el mar, algunas pequeñas zonas verdes y el famoso faro de Galle, que estaba en obras, lleno de andamios de bambú, pero el marco en conjunto es un espacio muy bonito y recomendable.


Y así estuvimos callejeando por las calles y rincones del fuerte hasta media tarde, hay tiendas, galerías de arte, os podéis perder por allí durante horas. Como nota curiosa, en mitad de todo eso se encuentran también los juzgados, a puertas abiertas y desde fuera puedes ver las celdas con los presos esperando ser juzgados y algunos furgones que vienen de prisión y bajan a los detenidos en mitad de los turistas y los llevan hacia adentro.


Volvimos hacia la estación de autobuses, es tal el caos allí de gente, vendedores y vehículos que optamos por la opción más fácil y rápida, preguntar a gritos en todos los autobuses y nos fueron indicando para donde estaba el que estaba apunto de salir hacia Mirissa. Esta vez nos cobraron 160lkr a ambos, y no nos dieron tiket, así que suponemos que, una vez más, se quedaron el dinero, pero nos llevaron que es lo que importa.


Una vez de vuelta a Mirissa nos fuimos un rato a la playa, que curiosamente estaba prácticamente desierta y fuimos viendo como a medida que oscurecía, la playa se iba llenando de velas de los centenares de mesas de distintos restaurantes, así que decidimos probar suerte cenando ahí esa noche. Escogimos el Central, pero la verdad es que todos son muy parecidos, la mayoría tienen una barca llena de pescado y marisco recien pescado, y podéis escoger entre cenar de carta o bien acercaros a la barca, escoger un pescado y por 1000lkr aprox, os lo cocinan como queráis, y todos saben estupendamente y además con happy hour, aunque no os extrañéis si en la cuenta os ponen todo lo que bebáis, todo estará a mitad de precio.



La verdad que se estaba tan bien al lado de la playa, oyendo el romper de las olas y la música del bar que nos quedamos hasta el cierre sobre las 12h, y entonces había quien se iba hacia la punta de la playa donde el último local se transforma en discotec en la playa con luces láser y fuegos artificiales de vez en cuando, pero nosotros optamos por la cama.



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