top of page

Sri Lanka Tour: Día 13, de Ella a Mirissa.

Según la roída hoja que tenía la policía, el bus a Mirissa pasaba a las 9.30h, por si acaso, ese día madrugamos y desayunamos pronto, y a pesar de que la parada estaba a escasos 100m de la puerta de nuestro alojamiento, a las 8.45h ya estábamos allí. Según nos contaron, autobuses a Mirissa hay varios, pero muchos hacen varias paradas o incluso hay que hacer trasbordo a mitad de camino 1 o 2 veces. Aun así, cada autobús que pasa sólo dice si llega hasta donde le preguntas o no, pero no atienden a preguntas de si hay que cambiar o no, por lo que decidimos esperar realmente al de las 9.30 que la policía nos había dicho que era directo.


A los pocos minutos de estar en la parada se nos acercó un local y nos señaló unas furgonetas aparcadas más abajo y nos dijo que nos llevaba por 10.000lkr hasta Mirissa en 4h, como ya teníamos la experiencia de Laos, en la que aceptas un precio y luego te toca esperar a que llenen la furgoneta (a pesar de haberte dicho que iríais solos) y al final acabas siendo el primo que ha pagado más que el resto, le dijimos que no. El tio se lo iba ofreciendo a todos los turistas y todos le decían que no y se le notaba el cabreo. Al poco se nos acercó un matrimonio holandés que nos dijo si nos interesaba proponerle una rebaja para ir los 4 por 8.000lkr cada pareja. En cuanto se lo comentó al local se negó en rotundo. A lo que comentamos de no insistirle más, que si todos los turistas le decían que no, al final accedería a los 8.000lkr. Y así fue, el autobús pasaba a las 9.30 y como faltaban escasos 10mins y no había encontrado a nadie se nos acercó y aceptó la oferta, a pesar de notársele que lo hacía muy a regañadientes. Finalmente encontró a 4 más para llenar la furgoneta. Pagamos más, sí, bastante más, el autobús nos hubiera costado apenas 400lkr y pagamos 10 veces más, pero llegaríamos 3h y pico antes a Mirissa, y viajaríamos más cómodos y sin tanto agobio.


Realmente en 4h estábamos en Mirissa, a una velocidad de vértigo y viendo la luz al final del túnel en más de una ocasión, pero llegamos. Esperábamos un lugar costero y turísticos, al más puro estilo occidental, algo explotado como ponían muchos blogs y con más ambiente que el resto del país. Pues no fue así. Mirissa era parecido a todo lo anterior, una población sin gracia, con más restaurantes y bares que el resto, eso sí, pero como población no ofrecía ningún atractivo.



La furgoneta nos dejó en la carretera que cruza la ciudad y empezamos a andar rumbo al hotel. He estado dudando sobre cómo explicar lo del hotel, si tan siquiera nombrarlo, o qué hacer. Finalmente creo que lo mejor que puedo hacer es nombrarlo, linkearlo como el resto de hoteles a mi comentario en TripAdvisor, donde le puse fino y podéis ver las fotos, y aquí haceros un resumen para no dar la brasa.


Muy resumido sería: Hotel The Pineapple Retreat, Ubicación falsa respecto a la playa, sábanas llenas de manchas, bichos por toda la habitación, inseguridad, poca privacidad, sin agua caliente en la ducha, baño asquerosamente sucio, mala educación de parte del personal, y el mafioso que lo regentaba aparte de su pasotismo y mala educación encima cuando nos fuimos al día siguiente nos cobró las 3 noches que teóricamente íbamos a estar, y a las 3h Booking.com nos notificó que el hotel había marcado como que no habíamos aparecido al chek-in el día anterior y que por lo tanto nos cobrarían la 1ª noche. Por suerte, a pesar de que el tío nos dijo que no cobraban en tarjeta y de no haber sellado la factura, teníamos todas las fotos y videos.


Aun así, esa tarde decidimos ir a explorar Mirissa, ver que tal estaban algunos hoteles y disfrutar de la playa, y por la noche decidimos hacer de tripas corazón y dormir allí, a sabiendas de que caeríamos rendidos por el madrugón y el viaje.


La playa de Mirissa no está nada mal, es bastante larga y con mucho trozo de arena, y lo más importante, muy segura, todo el mundo tenía por ahí los móviles, carteras, bolsas, etc y no pasaba nada. No esperéis una playa paradisíaca de aguas cristalinas y mansas, Mirissa tiene la arena muy fina y un oleaje bastante fuerte, pensad que es zona de surfistas, lo cual hace que la arena se remueva y el mar tenga un color marrón y la arena se te meta en rincones de tu cuerpo que desconocías y un mes después aun puedes ir regalando botellitas de arena de Sri Lanka a los amigos con lo que va saliendo de bañadores, toallas, bolsas, etc.



Las corrientes son bastante fuertes, haces pie hasta bastantes metros adentro pero es de esas playas que no te das cuenta y te has ido bastante adentro, y es zona de tiburones, ahí lo dejo, luego no me digáis “te escribo tecleando con un palo en la boca para decirte que ya te vale no haber avisado, so cabrón”. El borde superior de la arena está repleto de palmeras, al igual que el saliente de tierra que le da esa forma de golfo o de cala grande, y eso hace que al atardecer se puedan tomar buenas fotos con las palmeras a contraluz.



Por la noche cenamos en un pequeño restaurante llamado Ambrossia, que ahora que lo leo, yo le ponía el acento en la “i” pero si no se lo pones suena a cateta del pueblo de mi madre, había pocas mesas pero estaba lleno, precios razonables y comida muy buena y abundante, al menos con esa elección no nos equivocamos.




bottom of page