top of page

Escapada en coche a Estrasburgo y Alsacia. (III)

Nuestro último día de ruta. Nuevamente madrugón y por segundo día consecutivo, el susto al mirar por la ventana, la niebla lo cubría todo, mucho más que el día anterior. Aún así, desayunamos con calma y nos lanzamos a la carretera. Nos faltaban 2 pueblos por ver, el primero Turckheim y el segundo, Eguisheim, fue descrito por nuestra anfitriona como "maravilloso, un cuento de hadas, fascinante...".


En menos de 10mins nos plantamos en Turckheim, en esta ocasión el aparcamiento también era gratuito. Es un pueblo pequeño y aunque intentamos callejear un poco para ver si había algo más por ver, fue realmente una visita rápida, pero como el tiempo no acompañaba y la niebla no parecía dispuesta a levantarse, nos lo tomamos con calma. Puede ser un buen sitio para hacer un pequeño alto, desayunar o simplemente tomarse algo para tomar fuerzas y afrontar el siguiente pueblo como se merece.



Así que viendo que el pueblo ofrecía poco más que lo visto, con el estómago lleno y las ganas de pisar por fin la joya de la Alsacia, allá que fuimos. Nuevamente un trayecto corto y agradable entre viñedos y enseguida llegamos a nuestro destino.


A la entrada de Eguisheim hay señalizadas algunas zonas de aparcamiento y a pocos metros, la entrada a la ciudad medieval mejor conservada de la zona, todas sus calles forman un círculo de manera que el centro quedaba protegido de cualquier ataque. Pasear por el primer cículo de calles es pasear por un cuento, casas de colores, macetas y jardineras llenas de flores y ventanales a los que no podréis dejar de asomaros para ver si se ve algo del interior. Pero Eguisheim es mucho más que esa calle circular, su plaza central es una estampa ideal para cualquier foto enfoques donde enfoques, con su iglesia, su fuente en la que casi puedes imaginar a las mujeres de aquella época lavando la ropa o recogiendo agua para cocinar y sus terracitas mucho más modernas. Nos sentamos en la terraza del Edel, un bar junto a la fuente, y en el que pudimos beber el peor capuccino de toda la Alsacia y posiblemente de Francia, no es que le llamaran capuccino y fuera un café con leche, era algo indescriptible, le llamaremos... Imbebible a 5€.



Dejando de lado ese mala elección, Eguisheim merece, como nos recomendó aquella señora, un buen paseo, tranquilo, repitiendo calles, no os mentimos si os aconsejamos hacer la visita hacia un lado y luego hacia el otro, los rincones parecen otros y os gustará aun más que la primera vez. En nuestra segunda ronda la niebla empezó a levantarse por fin y decidimos repetir algunas fotos para asegurarnos de inmortalizar esos rincones dignamente.


Y una vez hecho esto, al coche y a comer a Colmar. No teníamos mucha idea de donde comer, todo nos parecía muy turístico pero tampoco teníamos muchas ganas de empezar a andar sin rumbo alejándonos del centro a la búsqueda de no sabíamos muy bien qué. Finalmente nos fijamos en un restaurante de 2 plantas, con una terraza muy grande que estaba lleno de gente, muchos de ellos franceses, lo cual nos hizo decidir quedarnos, su nombre es Le Stam. Chapeau!! las distintas salas son muy pequeñas y el espacio está muy aprovechado, pero se te olvida al ver pasar los distintos platos. Al poco de sentarnos, unos franceses dejaron su mesa vacía y uno de ellos nos dijo algo así como que habíamos acertado con el lugar y que nos iba a encantar su comida, y no se equivocó. Tanto lo que pedimos como lo que veíamos pasar hacia otras mesas tenía una pinta increíble. Y rompiendo el mito de que Francia es cara, no nos costó nada fuera de lo normal, naturalmente algo más caro que comer en Españistán sí, pero nada desorbitado.


La tarde la dedicamos a callejear sin rumbo por Colmar, queríamos adentrarnos en su mercado pero como ya os hemos dicho antes resultó estar cerrado los lunes, así que nos quedamos con las ganas de comprar productos típicos fuera de las grandes superficies o las tiendas turísticas. Andamos, nos perdimos, tomamos algo tranquilamente, entramos en casi todas las tiendas y mercadillos y aprovechamos hasta el último minuto por la ciudad.


Y caída la noche, vuelta al apartamento con la satisfacción, como en todos nuestros viajes, de haber aprovechado al máximo el tiempo y haber montado una ruta al milímetro de todo lo imprescindible.


Al día siguiente madrugamos, nos despedimos de nuestros caseros y, nuevamente bajo la niebla, marcamos en el GPS el botón de "Casa" para empezar nuestro largo camino de vuelta, en el que nos quedamos con ganas de visitar Annecy, un pequeño pueblito francés cerca de la frontera con Suiza, pero que supone un buen desvío en el camino y que finalmente decidimos dejar para más adelante.


Hicimos un pequeño alto en el camino en un Lidl de la zona para cargar de vinos de Alsacia en tal cantidad que hizo exclamar un "Oh la lá" a un gendarme francés de la secreta que nos dió el alto y nos revisió el maletero en un área de servicio cuando paramos a repostar, pero nos dejó seguir sin problema.


Como consejo final, muy importante, os diremos que en Francia los radares saltan en cuanto superas en 1km/h la velocidad establecida, por lo tanto, si la señal pone 130kms/h, id a 130 o por debajo, ya que a 131kms/h... foto! Nos llegaron 3 multazas de 90€ que sumar al total de gastos y que intentamos recurrir vía web, vía seguro del coche, etc pero que no hubo manera. Así que cuidado con darle al pedal...



bottom of page