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4 días en Baviera y alrededores. Día 1: Munich.

En Octubre de 2014, y en uno de esos arrebatos que nos dan de vez en cuando, nos plantamos en Munich dispuestos a aprovechar al máximo el fin de semana.

Encontramos un vuelo asequible con Lufthansa pero no había forma de encontrar un alojamiento, a pesar de que nosotros nos metemos en cualquier lado... vale, ni de coña, nunca nos metemos en cualquier lado, de hecho buscamos y rebuscamos, reservamos por Booking.com, cancelamos y cambiamos de hotel una y mil veces, pero en esa ocasión realmente no había nada más o menos céntrico y que no nos disparara el presupuesto, así que optamos por algo que no habíamos probado aún, alquilar una habitación a través de Wimdu.


Llegamos a Munich a media mañana. La manera más fácil de ir desde el aeropuerto hasta Marienplatz en pleno centro de la ciudad es con el S-Bahn, salen trenes cada 10 minutos, tardan alrededor de unos 40 minutos hasta el centro y el precio es de 11.20€ por persona. Os dejo aquí el link para consultar precios, rutas y horarios.


Salimos a la superficie y Marienplatz no decepcionó. Tiene todo el encanto y la majestuosidad de las ciudades alemanas, rodeada de tiendas y llena de vida. Desde allí decidimos callejear en busca de nuestro apartamento, el cual estaba a unos 10minutos a pie o a 1 sola parada de metro con la U-Bahn, línea azul, bajando en Sendlinger Tor.


La elección por Wimdu resultó todo un acierto, una habitación en un ático abuhardillado de Müllerstraße (que además es la zona de ambiente gay y nosotros sin saberlo), metro a 2 minutos de la puerta, baño fuera de la habitación pero de uso exclusivo, todo muy limpio y arreglado y con unos anfitriones muy amables, en la habitación teníamos calentador de agua, cafés y tés y todo lo necesario para desayunar allí tranquilamente, además de todo tipo de información sobre la ciudad y sus alrededores y todo ello aproximadamente por unos 65€/noche. Os dejo el link del apartamento aquí por si os interesa (no os perdáis la muñeca con falda hecha de ganchillo a modo de funda del papel higiénico).


Una vez instalados y confiados de que los anfitriones no eran unos asesinos en serie, o almenos no tenían pinta, nos echamos a las calles de vuelta a Marienplatz.


Vista de Munich desde la torre de Peterskirche

Nada más llegar al centro subimos al mirador de la torre de Peterskirche desde donde, por sólo 2€, se pueden tener vistas tan fantásticas como la de la foto de la derecha, además de la típica estampa de Munich con el ayuntamiento de la ciudad y las dos torres de la catedral.

Imprescindible para el ascenso, agua, víveres, bombonas de oxígeno, un par de sherpas experimentados y unos buenos pulmones, ya que hay más de 300 escalones, los cuales en algunos trozos ascienden por pasillos muy estrechos y algo agobiantes en los que, si te cruzas con alguien, alguno de los dos deberá dar marcha atrás.


A pesar de todo (y por 2€ que hasta a nosotros nos parece barato a pesar de ser catalanes), subir al mirador es un imprescindible en la visita a la ciudad.

Una vez abajo, y con el sistema cardiovascular recuperado, nos dispusimos a callejear sin demasiado rumbo y os recomendamos hacer lo mismo. Perdéos por el casco antiguo, está lleno de tiendas, bares típicos, terrazas, plazas... y con la ventaja de que el centro no es muy grande, con lo cual siempre es fácil volver a Marienplatz y seguir por otro lado.


Mirando al ayuntamiento de frente, hacia nuestra izquierda hay una gran calle comercial que acaba en la Karlstor o Neuhauser Tor, una de las antiguas puertas de entrada a la ciudad. Nada más entrar en esa calle y girando a la derecha en los primeros callejones, llegamos a la Frauenkirche, la famosa catedral de Munich. Tal vez seamos unos incultos o simplemente es que a veces esperamos mucho de todo lo que visitamos, pero la catedral es sosa. Sosísima. Parece la iglesia de nuestra ciudad, que por dentro es como una figura de esas de yeso que se compran para que los niños las pinten... pues esa iglesia está esperando que alguien le dé un toque de algo.


Hacia el otro lado de Marienplatz tenemos distintas calles y plazas, una de ellas nada más llegar a la primera esquina y girar a la izquierda, la cual alberga un mercado así como algunas tiendas de productos típicos.


Y si andamos un poco más allá llegaremos al Hofbräuhaus, una de las mejores cervecerías de Munich en la que, nada más entrar, os sentiréis como si estuviérais en una eterna Oktöberfest, música en vivo, camarer@s con el traje regional, jarras enormes de cerveza y buena comida, si bien el precio puede ser algo más alto que lo que puedas encontrar en el resto de la ciudad, el buen ambiente y el estar en un lugar histórico, bien merecen pagar algo más.


El Hofbräuhaus

Nos tomamos algo en mitad de esa fiesta perpétua y nos volvimos paseando hacia nuestra habitación dispuestos a descansar para afrontar el madrugón del siguiente día en el que pisaríamos tierras austríacas...

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