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Fin de semana en Estocolmo. (I)

En una de nuestras innumerables búsquedas en Kayak.es de vuelos asequibles a cualquier lado, nos topamos el pasado octubre con un precio más que razonable a Estocolmo y encima con buenos horarios tanto a la ida como a la vuelta, ¿cómo íbamos a desperdiciar esto?


A los pocos días estábamos rumbo a la capital sueca. Al ir un viernes y trabajar todo el día llegábamos bastante tarde a nuestro destino, sobre las 23.30h bajábamos del avión en el aeropuerto de Skavsta, un aeropuerto secundario y algo apartado de la ciudad, pero muy bien conectado a través de la compañía de autobuses Flygbussarna, sólo tenéis que seguir las indicaciones con el logo de un arcoiris que hay por todo el aeropuerto para encontrar la terminal. El trayecto hasta la terminal de autobuses en el centro de Estocolmo cuesta unos 14€ por persona y dura aproximadamente 1h 15mins. Más arriba tenéis el link a la web de la compañía, podéis comprar los tikets por adelantado o también directamente al subir al bus como hicimos nosotros.


El tema de alojamiento nos provocó algunas dudas, los precios no son baratos sea cual sea la opción, dudábamos si alquilar un apartamento a través de Wimdu o escoger un hotel convencional. Viendo el mapa además, no teníamos claro las distancias a los principales puntos de interés y ya que sólo íbamos a estar un fin de semana, no queríamos perder tiempo en traslados y viajes de metro que además encarecerían más el presupuesto. Finalmente encontramos un hotel que por ubicación y precio parecía la mejor opción, el Elite Hotel Stockholm Plaza, un hotel muy elegante y moderno, con un desayuno buffet muy completo y con un precio que era lo que teníamos previsto gastar. Cabe decir que el local de al lado es un local de ocio nocturno y que la habitación, en el 1r piso, era algo ruidosa ya que se filtraba la música, pero íbamos tan cansados las 2 noches que ninguna de ellas nos molestó el ruido. Aun así, estoy seguro que es algo que se solventa pidiendo un piso más elevado, no dejéis de valorar este hotel sólo por eso.


Llegamos a la estación central de autobuses pasada la 1 de la madrugada, aun y no tener datos en el móvil por estar en otro país, para quien no lo sepa, el GPS de GoogleMaps sigue funcionando, así que fue fácil localizar la Kungsgatan que era la calle que nos llevaría al hotel de forma más fácil y rápida. Para los que crean que los países del norte de Europa no disfrutan de vida nocturna, que se paseen por Kungsgatan un viernes noche, es una avenida enorme, llena de locales de ocio nocturno y con colas en todos ellos para entrar, además está llena de tiendas y negocios, con lo cual es una calle llena de vida tanto de día como de noche.


Llegamos al hotel en unos 15mins, hicimos el check-in y nos fuimos directos a la cama ya que teníamos por delante pocas horas de sueño para aprovechar al máximo las 48 horas en la ciudad.


Después de poco más de 5h de descanso sonó el despertador y a las 7 de la mañana ya estábamos desayunando. El hotel ofrece un gran desayuno buffet con todo tipo de panes, mermeladas, bollería, chocolates, cereales, yogures, frutas, embutidos, etc, así como todo tipo de leches, desnatadas, semis, sin lactosa, de avena, de arroz... así que pudimos cargar las baterías bien para afrontar el día que nos esperaba. Nada más terminar y cargar las mochilas con todo lo necesario salimos a la calle, unos 10ºC nos dieron en toda la cara, pero a nosotros que nos encanta el frío, nos encantó esa sensación, además el día era claro y seguro que subiría el termómetro.


Volvimos atrás en el camino hecho unas horas antes por Kungsgatan hasta llegar a la parada de metro de Hötorget para ir hacia la parada de Globen. El tema del transporte merece un alto en el camino de este post, como en tantas ciudades, hay que valorar cuantas veces se usará el transporte público, y en base a eso valorar si sale más a cuenta una opción u otra, aunque siempre un billete sencillo sale más caro y que siempre hay opciones de tarjetas que engloben varios trayectos, no siempre esa es la mejor opción si al final del viaje no hemos usado todos los viajes, en nuestro caso teníamos claro que sólo íbamos a coger el metro en 2 ocasiones, una para ir al Globe Arena y la otra para hacer varios trayectos y visitar las estaciones más pintorescas y de las que hablaremos más adelante, así que con unos billetes sencillos sería suficiente y no nos salía a cuenta comprar ningún tipo de tarjeta de varios viajes. Aun así, en Estocolmo existe una tarjeta que se puede ir recargando para comprar los billetes a un precio más asequible, esta tarjeta es la Reskassa y el precio depende del periodo de duración que queramos, 24h, 48h o varios días o semanas. Además el precio del billete sencillo depende también de si se compra en las máquinas o directamente en ventanilla. Al ser tan temprano y sábado la estación no estaba muy concurrida y las máquinas, a pesar de tener la opción de inglés, no eran fáciles de usar, así que pedimos ayuda en la ventanilla y allí nos mandó, para nuestro asombro, a la tienda que había justo delante para comprar allí los billetes. Ya, yo tampoco lo entiendo mucho, pero la cuestión es que la de la tienda nos los vendió y por un par de euros cada uno pudimos cruzar las barreras al andén.


Nuestra primera visita turística iba a ser también la más alejada, el Ericsson Globe y el Arena Stadium, la meca de todo amante de Eurovisión y del sueco Melodyfestivalen, ubicados cruzando la isla de Gamla Stan y la de Södermalm, la zona es residencial y ofrece poco más, así que saliendo del metro nos dirigimos directamente hacia nuestro destino, el cual se ve desde allí, con lo cual no tiene pérdida. El Globe Arena es una cúpula blanca a la que se puede subir con unas cabinas de cristal parecidas a las del London Eye, aun así no subimos, ya que desde allí tampoco es que la vista tenga nada de espectacular más allá de los tejados de la zona residencial a juzgar por lo que habíamos visto por Instagram y la verdad es que el precio era bastante caro para lo que es en sí la atracción, 16€ por persona, así que visitamos el recinto por el exterior y vuelta al metro hacia Gamla Stan.



De nuevo billete sencillo y nos bajamos en la parada Gamla Stan, entrada al famoso centro histórico de Estocolmo, una maravilla de calles adoquinadas que destrozan los pies, casas típicas en tonos tierra, bares y terrazas, restaurantes y mucha historia. Lo primero que visitamos fue la Marten Trotzigs Gränd, la calle más estrecha de Estocolmo de sólo 90cms de ancho y que está a pocos metros de la salida del metro. Y después de esperar a que nadie molestara ocupando el callejón, nos dirigimos hacia la plaza central, Stortorget, es la visita por excelencia de la ciudad, nada más llegar a ella nos encontramos con el imponente Nobelmuseet, donde se celebra cada año la ceremonia de los Premios Nobel, y justo al lado, la estampa típica que Estocolmo que os dejo a continuación en foto...



Bajo cada una de esas casas hay bares con pequeñas terrazas en las que, tapados con mantas, podemos disfrutar de un café calentito, o algo de comida a precios más asequibles que en un restaurante. Después de hacer infitas fotografías de todo y desde todos los ángulos posibles, tomamos la calle a la derecha de las terrazas y a los pocos metros llegamos a la Storkyrkan, la catedral de Estocolmo, la entrada vale 2€ pero vale la pena pagarlos, la catedral es preciosa, tanto por su arquitectura como por sus pinturas y esculturas.


Y justo al lado de la Catedral, empieza el recinto del Palacio Real, y como se acercaba el mediodía y a esa hora había cambio de guardia, nos dispusimos a esperarlo. Sólo fue disposición, porque al cabo de 45mins sólo había sonado una trompeta, y se habían puesto en sus puestos los soldados, y aunque el día era claro, en ese patio no daba el sol y el frío al estar parado iba calando, así que salimos por la entrada lateral del patio y vimos a los soldados que llegaban a pie y a caballo camino a palacio. Seguimos nuestro paseo por el barrio, sin ningún rumbo concreto, hay calles sin nada especial pero con mucho encanto y otras dedicadas plenamente a tiendas de souvenires como la paralela a la Catedral.


Dejando atrás el patio del Palacio Real y bajando por Storkyrkobrinken llegamos en pocos minutos a un puente que nos cruza a una pequeña isla en la que podemos visitar la Riddarholmskyrkan, si sois amantes de la arquitectura eclesiástica, ésta también es de pago y si mal no recuerdo, más cara que la catedral, y si seguís adelante llegáis a una esplanada que sirve de muelle y en la que podéis admirar la vista de la torre del ayuntamiento a un lado y la rivera de Södermalm al otro mientras descansáis del paseo por el adoquinado Gamla Stan.



Y después de un pequeño descanso al sol, pusimos rumbo al ayuntamiento, al cual teníamos intención de subir para, esta vez sí, admirar las vistas de Estocolmo desde las alturas. El recinto del ayuntamiento ofrece mucho más que la subida a la torre, sus jardines y patios son una delicia, además las enredaderas del patio interior, por ser inicio de otoño, estaban ya en unos tonos rojos que le daban un toque especial, hay una zona de arcos y columnas que da paso a un jardín al lado del mar ideal para relajarse, hacer fotos y admirar el paisaje mientras se espera la hora de subir a la torre. Bajo ésta hay la taquilla, en cuanto lleguéis id directos a comprar los tikets ya que sólo se sube a determinadas horas y en grupo, así que si un grupo acaba de subir, tendréis un rato para disfrutar de los jardines sabiendo ya que tenéis sitio en el siguiente grupo. El precio es de unos 10€ por persona. La torre cierra a las 15h por lo cual, id con antelación por si acaso. Y una vez arriba, a admirar las vistas de la ciudad en 360º (hasta que os hagan bajar, que el tiempo va contado), miréis donde miréis la vista es maravillosa, lo más reconocible es el Gamla Stan y la torre de la catedral y de varias iglesias, pero justo detrás, a lo lejos, el parque de atracciones, a la derecha al fondo, el Globe Arena, donde habíamos estado esa misma mañana, pero los otros lados de la torre son igualmente dignos de fotografiar.



De vuelta a nivel del suelo nos dispusimos a hacer una visita poco típica, las estaciones de metro. En Estocolmo muchas de ellas tienen murales, esculturas o incluso paredes y techos enteros que hacen que merezca mucho la pena darse unas vueltas por el subsuelo de la ciudad. La primera de ellas fue Radhuset-TBana, a pocas calles del ayuntamiento. En concreto esta no tiene mural alguno, simplemente su techo en tonos rojos hace que de la impresión de estar en llamas o ser la puerta al mismísimo infierno. De allí, y en tan sólo 1 parada nos plantamos en la T-Centralen, para toparnos con unos techos y paredes en tonos azules y blancos y unas espigas gigantes. De allí a Stadion, donde unos enormes arcoiris cruzando los techos dan la bienvenida al viajero en cuanto sale del vagón. Y hay muchas más, unas 80, con más o menos interés, una inmensa galería de arte por el precio de un billete de metro!!!


Y siendo ya media tarde, y teniendo en cuenta los horarios suecos, pusimos rumbo de nuevo a Gamla Stan para buscar un sitio donde cenar algo, cualquier calle del barrio sirve, algunas están abarrotadas de gente y otras menos, los precios de cualquier restaurante son bastante elevados, y dependendiendo del presupuesto que tengáis y los días que dediquéis a la ciudad o el país habrá que ir con cuidado, nosotros después de mucho andar y leer cartas nos decantamos por el restaurante Agaton, en el 72 de Vaesterlaanggatan, un restaurante que estaba a petar de gente, tanto dentro como fuera, tuvimos que esperar nuestro turno un buen rato, la verdad es que no fallamos en la elección, el sitio no estaba nada mal, la comida era muy buena y los platos que pasaban hacia otras mesas tenían una pinta muy apetecible. 2 platos y 2 bebidas nos costaron unos 60€. Lo malo de estos sitios tan concurridos es que en cuanto acabas, rápidamente te invitan a dejar la mesa libre, pero supongo que es normal.


Y una vez llenado el estómago y descansado un poco los pies, decidimos pasear en la noche sueca hacia el hotel, cruzando todo el Gamla Stan por la parte trasera del Palacio Real y cruzando el mar rumbo a nuestra cama, a descansar para afrontar el siguiente día.

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