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Fin de semana en Estocolmo. (II)

El domingo nos tomamos la libertad de descansar un poco más, ya que el planning del día era pasar la mañana en el museo Skansen y abría a las 10h, así que desayunamos más relajadamente y a pesar de que la recepcionista nos aconsejó coger el metro para acercarnos a la zona de los museos, nosotros decidimos ir a pie ya que el día amaneció igual de soleado y fantástico que el anterior, así que fuimos bajando en un agradable paseo de 30 minutos bajo el sol cruzando el puerto hasta llegar a la isla que alberga los principales museos, en concreto nos habíamos propuesto visitar el Skansen, el Vasamuseet y el museo de ABBA.



En primer lugar fuimos al que nos llevaría más tiempo en recorrer, el Skansen, un maravilloso y diferente museo, ya que está al aire libre totalmente. La entrada vale unos 18€, el recorrido empieza con un pequeño funicular que os subirá en un recorrido de unos 300m y a partir de allí, a seguir el ̶e̶l̶ ̶c̶a̶m̶i̶n̶o̶ ̶d̶e̶ ̶b̶a̶l̶d̶o̶s̶a̶s̶ ̶a̶m̶a̶r̶i̶l̶l̶a̶s̶ camino de tierra que os irá llevando para empezar por distintos cercados llenos de animales típicos de la zona, renos, alces, osos, búhos, lobos (que no los vimos), v̶e̶l̶o̶c̶i̶r̶a̶p̶t̶o̶r̶e̶s̶ ̶y̶ ̶e̶l̶ ̶f̶a̶m̶o̶s̶o̶ ̶ ̶v̶e̶l̶o̶c̶i̶r̶a̶p̶t̶o̶r̶e̶s̶ ̶y̶ ̶e̶l̶ ̶f̶a̶m̶o̶s̶o̶ ̶T̶-̶r̶e̶x̶ , y muchos otros. A medio camino los más pequeños pueden disfrutar del contacto con animales típicos de granja y luego el visitante se adentra en las distintas épocas de la arquitectura sueca con distintas construcciones de casas, graneros, jardines, iglesias, etc, todo ello mezclado de vez en cuando con vistas a lo lejos de la ciudad de Estocolmo, realmente interesante.



De allí nos dirigimos al Vasamuseet pasando por antes por el de ABBA, del cual sólo nos interesaba ver la entrada para hacer la típica foto instagramera pero para los más amantes del grupo sueco no dudéis en pasar un rato en su interior. El Vasa es un museo marítimo en el que todo gira, en una misma nave, alrededor de un antiguo navío sueco, el cual se hundió el mismo día de su inaguración y que se recuperó y se instaló allí para deleite y fascinación de cualquiera que lo visite. Es realmente inmenso y alucinante, el visitante puede ir subiendo a los distintos niveles que rodean el barco y en los que se va explicando (también en español), cada una de las partes que lo componen, sus materiales, cómo se construían y para qué servían. Os lo recomendamos 1000000%. Merece cada uno de los poco más de 13€ que vale.



En la isla de los museos, llena de naturaleza, hay montones de bares y terracitas para tomar algo tranquilamente, y aunque el tiempo acompañaba para hacer un alto en el camino, decidimos aprovechar para un último paseo por Gamla Stan, comprar algunos recuerdos y buscar por allí algo para comer. De vuelta por el puerto habían abierto todos los bares, algunos con terraza en plataformas sobre el agua, y estaba lleno de gente aprovechando, suponemos, los últimos días de sol que tendrían en la ciudad.


Una vez en Gamla Stan, y entrando y saliendo de una y otra tienda (todas venden lo mismo), nos topamos de repente con un bar pequeñito muy agradable llamado Murens Café (Vasterlanggatan 19), entramos con la idea de tomarnos un café y nos topamos con un mostrador lleno de comida, focaccias, lasañas, pasta, bocadillos, ensaladas... y a precios mucho más económicos que cualquier restaurante de cuchillo y tenedor, así que allí nos quedamos, entre la buena comida, buen café y un banco lleno de cojines no había quién nos arrancara.



Al rato dimos nuestro último recorrido de vuelta al hotel para recoger nuestras maletas e ir hacia la estación central para comprar los billetes de bus hacia el aeropuerto Arlanda. Nuevamente la cosa fue sencilla, hay muchas compañías de autobús en la terminal, pero sólo tuvimos que localizar el mostrador de Flygbussarna y por unos 12€ cada uno, reservamos el billete. El trayecto hasta el aeropuerto es de aproximadamente 1h.


Y así terminó nuestro ajetreado fin de semana en la capital sueca. Naturalmente la ciudad ofrece mucho mucho mucho más, muchos más rincones, muchos más barrios que visitar, muchas más estaciones de metro fascinantes, pero para un fin de semana os aseguro que lo aprovechamos al máximo. Para los que dudáis si viajar con niños ( ̶y̶o̶ ̶n̶i̶ ̶m̶e̶ ̶l̶o̶ ̶p̶l̶a̶n̶t̶e̶a̶r̶í̶a̶) la ciudad está llena de anchas aceras, parques y zonas cerradas al tráfico. Se puede comprar la típica tarjeta turista con descuentos en entradas y varias actividades gratuitas pero, como os dijimos al hablar de la tarjeta de metro, hay que valorar si os sale a cuenta, dependiendo de lo que vayáis a visitar, no por ser más barato va a ser mejor.

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